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By David Magallanes • Guest contributor
Last week I wrote about the demise of Chávez Ravine, originally a neighborhood of primarily Mexican American families and its metamorphosis into the world-famous Dodger Stadium. But initially this transformation came at a cost to the Dodgers.
Mexican Americans resented the disrespectful treatment that the inhabitants of the early Chávez Ravine had received at the hands of government. They had been on the land for generations, yet the City of Los Angeles appeared to dismiss their concerns, rights, and sense of dignity when the land was earmarked for “redevelopment.” The families were told that they had to move, but they were promised “first choice” of the new units in the proposed housing project.
But the houses were never built and, to add insult to injury, some of their homes were burned for firefighting practice drills. Although the city had spent millions of dollars preparing the land for the housing project, the land languished for a decade. The Dodgers ended up buying it for a mere fraction of the cost of preparing the land for a project that never came to fruition.
Hence the rage in the Mexican American community, a huge portion of the potential fan base for the Dodgers.
In an effort to quell the anger and bitterness, Dodgers management, acutely aware of the dilemma, started broadcasting games in Spanish. Jaime Jarrín, the “Spanish Voice of the Dodgers,” has been serving the Latino fan base since 1959 and continues to do so to this day (he has announced that he will be retiring next year).
That decision helped. But then, in 1981, a miracle occurred. A Dodger “scout” stumbled upon an 18-year-old kid, Fernando Valenzuela, playing professional baseball in Yucatán, Mexico. The scout immediately determined that this gifted young man had potential and recruited him for the Dodgers. The rest, as they say, is history.
Fernando turned out to be the Dodgers’ savior of mythical proportions. He was instantly brought into the realm of the Dodger pantheon becoming, in effect, the “Mexican Sandy Koufax.” Sandy Koufax, the renowned Dodgers pitcher from the 1960s, was left-handed, as was Fernando. Mr. Koufax is regarded as one of the greatest pitchers of all time.
Fernando Valenzuela ignited Latino enthusiasm for, and zealous loyalty toward, the L.A. Dodgers. A poignant moment during the “Fernandomania” era occurred one evening when a young woman at the stadium ran up to Fernando as he stood on the pitcher’s mound, threw her arms up and appeared to give him a kiss on the cheek [click the link to see video]. It was the kiss that Mexican American Dodger fans wished they could give him as a sign of their cultural blessing. They were filled with pride that “one of their own,” a humble Mexican from a dusty village in Etchohuaquila, Sonora, Mexico, had acquired such a high degree of celebrity status.
Whatever happened to Fernando after those fabled rookie years that cemented Latino devotion toward the Dodgers? He retired from baseball in 1997. He is now age 60, deservedly rich, and a U.S. citizen living in Los Angeles. He may be an icon of superhero status for countless Mexican Americans, but L.A. Times columnist Gustavo Arellano put things in perspective when he said that it is up to the Latino community to find inspiration in Fernando’s story in order to develop confidence within ourselves. That is, our salvation is not Fernando or any other hero. Rather, we are capable of liberating ourselves. That’s what Fernando would want us to realize.
— Writing services are offered at my website, David Magallanes Writing Services. David Magallanes is a retired college math educator.
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¿Qué Habrá Pasado con Fernando Valenzuela?
Por David Magallanes • Columnista invitado
La semana pasada escribí sobre la desaparición del Barranco de Chávez (Chávez Ravine), originalmente un vecindario de familias principalmente mexicoamericanas y su metamorfosis al mundialmente famoso Dodger Stadium. Pero inicialmente esta transformación tuvo un costo para los Dodgers.
Los mexicanoamericanos estaban resentidos por el trato irrespetuoso que los habitantes del antiguo Barranco de Chávez habían recibido a manos del gobierno. Habían estado en los terrenos durante generaciones, pero la ciudad de Los Ángeles pareció desestimar sus preocupaciones, derechos y sentido de dignidad cuando sus tierras se destinaron a una “reurbanización”. Se les dijo a las familias que tenían que mudarse, pero se les prometió la “primera selección” de las nuevas unidades en el proyecto de vivienda propuesto.
Pero las casas nunca se construyeron y, para colmo de males, algunas de sus casas fueron quemadas para que los bomberos practicaran la extinción de incendios. Aunque la ciudad había gastado millones de dólares preparando el terreno para el proyecto de vivienda, el área languideció durante una década. Los Dodgers terminaron comprándolo por una mera fracción del costo de preparar el terreno para un proyecto que nunca llegó a realizarse.
De ahí la rabia en la comunidad mexicoamericana, una gran parte de la base potencial de fanáticos para los Dodgers.
En un esfuerzo por calmar la ira y la amargura, la gerencia de los Dodgers, muy consciente del dilema, comenzó a transmitir los juegos en español. Jaime Jarrín, la “Voz en Español de los Dodgers”, ha estado sirviendo a la base de fanáticos latinos desde 1959 y continúa haciéndolo hasta el día de hoy (ha anunciado que se jubilará el próximo año).
Esa decisión ayudó. Pero luego, en 1981, ocurrió un milagro. Un “cazatalentos” de los Dodgers se topó con un chico de 18 años, Fernando Valenzuela, que jugaba béisbol profesional en Yucatán, México. El cazatalentos inmediatamente determinó que este joven talentoso tenía potencial y lo reclutó para los Dodgers. Lo demás, como dice la gente, ya es historia.
Fernando resultó ser el salvador de los Dodgers de proporciones míticas. Fue llevado instantáneamente al reino del panteón de los Dodgers convirtiéndose, en efecto, en el “Sandy Koufax mexicano”. Sandy Koufax, el renombrado lanzador de los Dodgers de la década de 1960, era zurdo, al igual que Fernando. El Sr. Koufax es considerado uno de los mejores lanzadores de todos los tiempos.
Fernando Valenzuela encendió el entusiasmo y la lealtad de los latinos hacia los Dodgers de Los Ángeles. Un momento conmovedor durante la era de la “Fernandomanía” ocurrió una noche cuando una joven en el estadio corrió hacia Fernando mientras estaba parado en el montículo del lanzador. Ella levantó los brazos y pareció darle un beso en la mejilla [haga clic en el enlace para ver el video]. Fue el beso que los fanáticos de los Dodgers mexicoamericanos desearon poder darle como señal de su bendición cultural. Estaban llenos de orgullo de que “uno de los suyos”, un mexicano humilde de un pueblo polvoriento en Etchohuaquila, Sonora, México, había adquirido un grado tan alto de celebridad.
¿Qué pasó con Fernando después de esos legendarios años de novato que cimentaron la devoción de los latinos hacia los Dodgers? Se retiró del béisbol en 1997. Ahora tiene 60 años, es merecidamente rico y es un ciudadano estadounidense que vive en Los Ángeles. Puede que sea un ícono de estatus de superhéroe para innumerables mexicoamericanos, pero el columnista del L.A. Times, Gustavo Arellano, puso las cosas en perspectiva cuando dijo que depende de la comunidad latina encontrar inspiración en la historia de Fernando para desarrollar la confianza en nosotros mismos. Es decir, nuestra salvación no es Fernando ni ningún otro héroe. Más bien, somos capaces de liberarnos a nosotros mismos. Fernando quisiera que de eso nos demos cuenta.
– – Servicios de escritura se ofrecen en mi sitio web, David Magallanes Writing Services. David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.
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