Bilingual commentary — The Specter of Nuclear War

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By David Magallanes • Guest contributor

Those of us who were in grade school in the 1950s and early 60s will never forget the “duck and cover” drills we used to have in our classrooms. This was a Civil Defense exercise that put the fear of nuclear war into our little heads. At least once a month, as best I recall, we would hear the sirens wailing at 10 a.m. on a Friday. We knew what to do: kneel and drop, face down, below our desk—that mighty protector of our young lives—and cover our necks and heads with our arms and hands as much as possible. 

The Soviet Union became a nuclear power in 1949, and suddenly we had a threatening nuclear rival. The Cold War that followed World War II was replete with the rattles of sabers and ominous words, not too unlike what we are hearing today from the leaders of Russia, the remnant of the Soviet Union.

We children on the floor of our classrooms were admonished not to look up. If the flying glass from the windows didn’t blind us, we were told, the flash from the explosion might. We were warned that if the explosion was close enough (we lived in Los Angeles, after all), our skin might be burned. 

We were, in a word, terrified.

Now, some 70 years later, Russia seems eager to fight its way out of a desperate corner in Ukraine with its nuclear arsenal. It is relentlessly threatening the West with its nuclear rhetoric. If they do resort to nuclear terror, they will likely use “tactical” nuclear weapons. They could detonate these horrific bombs locally on the Ukrainian battlefield, as opposed to subjecting the world to the classic image of a mega-explosion, its vast mushroom cloud, and the deadly radiation that would quickly envelop the entire world. Still, the more targeted weapons could kill thousands and contaminate wide swaths of land, likely endangering the food supply of millions of people.

On the one hand, the West, including NATO, counters those threats with a threat of its own: total annihilation of the Russian army. On the other hand, Vladmir Putin, Russia’s president, is not willing to go down in history as the leader who was humiliated by the West. Escalation is almost guaranteed. No one knows where that will lead. The events that would unfold could be unimaginably terrible to contemplate. Our current crises will pale in comparison to the aftermath of a global, suicidal spiral of mutually assured destruction. 

Will schools ever implement “duck and cover” exercises for children to practice civil defense? Maybe they should. But I doubt that they will. The children are already under enough pressure with active shooter drills and having to make up for losses in their learning over the past couple of years. 

Meanwhile, we entrust our future, and that of our descendants, to the world’s leaders. We can let them know what we want, we can protest, we can pray. But ultimately it’s up to a madman, drunk with power, in Russia. 

— Writing services are offered at my website, David Magallanes Writing ServicesDavid Magallanes is a retired college math educator.

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El Espectro de la Guerra Nuclear

Por David Magallanes • Columnista invitado

Aquellos de nosotros que estábamos en la escuela primaria en la década de 1950 y principios de la de 1960 nunca olvidaremos los simulacros de “agacharse y cubrirse” que solíamos tener en nuestras aulas. Este fue un ejercicio de Defensa Civil que metió el miedo a la guerra nuclear en nuestras cabecitas. Al menos una vez al mes, en viernes, según recuerdo, oíamos las sirenas aullando a las 10 a.m. Sabíamos qué hacer: arrodillarnos y caer, boca abajo, debajo de nuestro escritorio, ese poderoso protector de nuestras jóvenes vidas, y cubrirnos el cuello y la cabeza con los brazos y las manos tanto como fuera posible.

La Unión Soviética se convirtió en una potencia nuclear en 1949, y de repente teníamos un rival nuclear amenazante. La Guerra Fría que siguió a la Segunda Guerra Mundial estuvo repleta de ruidos de sables y palabras ominosas, no muy diferentes de lo que escuchamos hoy de los líderes de Rusia, el remanente de la Unión Soviética.

A los niños que estábamos en el suelo de nuestras aulas se nos advirtió que no miráramos hacia arriba. Si los vidrios voladores de las ventanas no nos cegaron, nos dijeron, el destello de la explosión podría hacerlo. Nos advirtieron que si la explosión estaba lo suficientemente cerca (después de todo, vivíamos en Los Ángeles), nuestra piel podría quemarse.

Estábamos, en una palabra, aterrorizados.

Ahora, unos 70 años después, Rusia parece ansiosa por salir de un rincón desesperado en Ucrania con su arsenal nuclear. Está amenazando implacablemente a Occidente con su retórica nuclear. Si recurren al terrorismo nuclear, probablemente usarán armas nucleares “tácticas”. Podrían detonar estas horribles bombas localmente en el campo de batalla ucraniano, en lugar de someter al mundo a la imagen clásica de una mega explosión, su vasta nube en forma de hongo y la radiación mortal que envolvería rápidamente al mundo entero. Aun así, las armas más precisas podrían matar a miles y contaminar grandes extensiones de tierra, lo que probablemente pondría en peligro el suministro de alimentos de millones de personas.

Por un lado, Occidente, incluida la OTAN, contrarresta esas amenazas con una amenaza propia: la aniquilación total del ejército ruso. Por otro lado, Vladmir Putin, el presidente de Rusia, no está dispuesto a pasar a la historia como el líder humillado por Occidente. La escalada está casi garantizada. Nadie sabe adónde llevará eso. Los eventos que se desarrollarían podrían ser inimaginablemente terribles de contemplar. Nuestras crisis actuales palidecerán en comparación con las secuelas de una espiral global y suicida de destrucción mutua asegurada.

¿Alguna vez las escuelas implementarán ejercicios de “agacharse y cubrirse” para que los niños practiquen la defensa civil? Tal vez deberían. Pero dudo que lo hagan. Los niños ya están bajo suficiente presión con los simulacros de tiradores activos y tienen que compensar las pérdidas en su aprendizaje durante los últimos dos años y pico.

Mientras tanto, confiamos nuestro futuro y el de nuestros descendientes a los líderes mundiales. Podemos hacerles saber lo que queremos, podemos protestar, podemos orar. Pero en última instancia, depende de un loco, ebrio de poder, en Rusia.

– – Servicios de escritura se ofrecen en mi sitio web, David Magallanes Writing ServicesDavid Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.

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