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By David Magallanes • Guest contributor
Gotcha.
No, this isn’t an article about you-know-who. Rather, it’s about a man we don’t hear much about these days. But maybe we should, given the fraught political atmosphere in which we find ourselves.
So, let’s consider the story of a highly controversial man who ran for president in the early 1900s.
Eugene Debs (1855 – 1926) was considered a radical populist (sound familiar?). He was unlike Barack Obama, given that Debs was not considered to be an “intellectual,” although he could write very effectively. On the other hand, he was similar to Obama in that he possessed a highly effective skill: oratory. He was revered by the masses because, like Obama, he exuded warmth, sincerity, and integrity in his speeches.
We see, then, that in many respects Debs was no Donald Trump. Mr. Debs was not a “hardheaded politician.” Whereas he presented his vision of “making America great,” he was not known to manipulate the truth. He was, nonetheless, passionate about his perspectives on unions and labor.
Very much unlike Donald Trump, Debs began working at age 14 in the railroad shops. This was the beginning of his ascent into the higher spheres of union organization. It was not always smooth. Just as he was beginning to gain some renown in 1895, he was jailed for his role in a railroad strike that severely impacted the railway system through the heartland of the U.S.
His incarceration backfired. While in jail, he became more widely known and more popular (this sounds oddly familiar to us now during this particular election season). Debs took advantage of his time in jail to read up on works such as those of Karl Marx, the German revolutionary socialist. As a result, Debs came out of jail railing against the foundations of capitalism and embraced populist philosophy. In 1897, he announced that he had converted to socialism.
Mr. Debs ran for president in 1900, 1904, 1908, 1912, and 1920 as a member of the Socialist Party of America, which he had founded. He achieved his highest popular vote in 1920, the last year that he ran.
Unfortunately, Debs was in the federal penitentiary during the 1920 election cycle. He had criticized the U.S. government at a time when the government was not tolerating opposition to its prosecution of people accused of violating the 1917 Espionage Act. Even those suspected of “subversive activities” were targeted.
While in the penitentiary, members of the Socialist Party arrived at Debs’ prison cell to inform him that he had been nominated to run, once again, for president. A convicted, imprisoned felon had won the hearts of millions of Americans who wanted to see him lead their country. Much of the rest of the country was aghast upon realizing that they had a presidential candidate campaigning from a prison cell. Millions were even more aghast by the possibility of a president leading the country from the slammer.
President Wilson refused to pardon Debs, who was one of Wilson’s rivals in the 1912 U.S. presidential election. Debs finally left prison on Christmas Day in 1921 after President Harding, Wilson’s successor, granted him a pardon.
We rarely hear of Eugene Debs today. But from his story we see that we are not the first generation of Americans who must deal with populism, extensive political upheaval, and the prospect of a president leading the country from prison.
— David Magallanes is a retired professor of mathematics.
***
Postulándose para Presidente desde Prisión
Por David Magallanes • Columnista invitado”
¡Te agarré!
No, este no es un artículo sobre ya-sabes-quién. Más bien, se trata de un hombre del que no escuchamos mucho estos días. Pero tal vez deberíamos hacerlo, dada la tensa atmósfera política en la que nos encontramos.
Entonces, consideremos la historia de un hombre muy controvertido que se postuló para presidente a principios del siglo XX.
Eugene Debs (1855 – 1926) era considerado un populista radical (¿te suena familiar?). No se parecía a Barack Obama, dado que Debs no era considerado un hombre “intelectual”, aunque podía escribir con mucha eficacia. Por otro lado, se parecía a Obama en que poseía una habilidad muy eficaz: la oratoria. Las masas lo veneraban porque, al igual que Obama, irradiaba calidez, sinceridad e integridad en sus discursos.
Vemos, entonces, que en muchos aspectos Debs no era como Donald Trump. El señor Debs no era un “político testarudo”. Si bien presentó su visión de “hacer grande a Estados Unidos”, no fue conocido como alguien que manipulara la verdad. Sin embargo, le apasionaban los sindicatos y la labor.
A diferencia de Donald Trump, Debs comenzó a trabajar a los 14 años en talleres ferroviarios. Este fue el comienzo de su ascenso a las esferas superiores de la organización sindical. No siempre fue fácil. Justo cuando comenzaba a ganar cierto renombre en 1895, fue encarcelado por su papel en una huelga ferroviaria que afectó gravemente el sistema ferroviario en el corazón de los EE. UU.
Su encarcelamiento resultó contraproducente. Mientras estuvo en prisión, se hizo más conocido y popular (esto nos suena extrañamente familiar ahora durante esta temporada electoral en particular). Debs aprovechó su estancia en prisión para leer obras como las de Karl Marx, el socialista revolucionario alemán. Como resultado, Debs salió de la cárcel criticando los fundamentos del capitalismo y se aferró a la filosofía populista. En 1897 anunció que se había convertido al socialismo.
Debs se postuló para presidente en 1900, 1904, 1908, 1912 y 1920 como miembro del Partido Socialista de América, lo cual él mismo había fundado. Logró su mayor voto popular en 1920, el último año que se postuló.
Desafortunadamente, Debs estuvo en la penitenciaría federal durante el ciclo electoral de 1920. Había criticado al gobierno de Estados Unidos en un momento en que éste no toleraba la oposición a su procesamiento de personas acusadas de violar la Ley de Espionaje de 1917. Incluso los sospechosos de “actividades subversivas” fueron acosados por del gobierno federal.
Mientras estuvo en la penitenciaría, miembros del Partido Socialista llegaron a la celda de Debs para informarle que había sido nominado para postularse, una vez más, a la presidencia. Un delincuente convicto y encarcelado se había ganado los corazones de millones de estadounidenses que querían verlo liderar su país. Gran parte del resto del país quedó horrorizado al darse cuenta de que tenían un candidato presidencial haciendo campaña desde una celda de prisión. Millones de personas estaban aún más horrorizadas ante la posibilidad de que un presidente encabezara el país desde la cárcel.
El presidente Wilson se negó a perdonar a Debs, uno de los rivales de Wilson en las elecciones presidenciales estadounidenses de 1912. Debs finalmente salió de prisión el día de Navidad de 1921 después de que el presidente Harding, sucesor de Wilson, le concediera el perdón.
Hoy en día rara vez oímos hablar de Eugene Debs. Pero a partir de su historia vemos que no somos la primera generación de estadounidenses que tenemos que lidiar con el populismo, la agitación política generalizada y la posibilidad de un presidente que dirija el país desde la prisión.
– – David Magallanes es un profesor jubilado de matemáticas.
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