Bilingual commentary — Pre-Columbian Custom on a City Bus

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By David Magallanes • Guest contributor

I was on a city bus in Oxnard recently when I found myself fascinated by a female passenger that had boarded.

I know…that statement appears to be borderline salacious, but let me explain.

The woman with a dark complexion appeared to be indigenous Mayan. I’ve spent some time in Yucatán, Mexico, so I recognize the Mayan profile, including the majestic shape of the nose, when I see one. It is distinctively different from the indigenous profiles that hail from other parts of Mexico. 

What struck me even more was the ease with which she was caring for her very young child, maybe one year old. She climbed onto the bus carrying her baby. But soon after the bus resumed its journey, she stood up. Deftly, without any apparent effort, she proceeded to unfurl her rebozo, a large, ancient Mexican scarf, and maneuvered her child into it, allowing her to sit with her baby sound asleep at her side.

What I witnessed was a custom that originated in the mists of the past in Mesoamerica. I remember seeing rebozos used by women on every street corner in the heart of Mexico City when I lived there briefly. Unfortunately, many of these women appeared to be from the countryside and impoverished, selling “Chiclets” gum, candy, and trinkets. 

Many of them begged for spare centavos in an effort to nourish themselves and their obviously hungry children. But the rebozo kept the youngest children in physical contact with their mothers, an important reassurance in an otherwise harsh world.

Pre-Columbian natives were practical. They didn’t need what so many modern parents in the developed world feel is essential for transporting children today: androgynous hi-tech backpacks made of ultra-light fabrics and aluminum with Internet, videos, and, for older children, online games. The rebozo, on the other hand, is an extraordinarily simple piece of cloth. 

I’m being somewhat facetious here regarding modern parents. But just like the upper-caste Spanish women in the early days of modern Mexico City, women today are discovering the benefits of resorting to the wisdom handed down to us by indigenous women. The simple but amazingly functional rebozo has been used for centuries, and continues to be worn, by women who toil in the fields, breastfeed, work in the markets, and tend to housework and cooking. 

There was never a need for the women of ancient Latin America to seek out “child care facilities,” a thought as foreign as the invaders who arrived in the 16th century and destroyed much of their way of life. 

Locally, the 19th Annual Rebozo Festival was held last May at the Camarillo Ranch, Camarillo. This festival celebrates Latino heritage via the beauty of the Mexican rebozo. For more information, see http://rebozofestival.org/. 

David Magallanes offers information about healthy lifestyles on his website, Magallanes Wellness Information Center. He is also a retired college math educator.

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Costumbre Precolombina en un Autobús Urbano

Por David Magallanes • Columnista invitado

Hace poco estuve en un autobús urbano en Oxnard cuando me encontré fascinado por una mujer que había subido.

Lo sé…esa afirmación parece casi lasciva, pero déjame explicarte.

La mujer de tez morena parecía ser indígena maya. He pasado algún tiempo en Yucatán, México, así que reconozco el perfil maya, incluida la forma majestuosa de la nariz, cuando lo veo. Es marcadamente diferente a los perfiles indígenas que provienen de otras partes de México.

Lo que me sorprendió aún más fue la facilidad con la que cuidaba a su pequeño hijo, de tal vez un año. Subió al autobús cargando a su bebé. Pero poco después de que el autobús reanudó su viaje, ella se levantó. Con destreza, sin ningún esfuerzo aparente, procedió a desplegar su rebozo, una gran y antigua bufanda mexicana, y colocó a su hijo en él, permitiéndole sentarse con su bebé profundamente dormido a su lado.

Lo que presencié fue una costumbre que se originó en la neblina del pasado en Mesoamérica. Recuerdo haber visto rebozos usados por mujeres en cada esquina del corazón de la Ciudad de México cuando viví allí brevemente. Desafortunadamente, muchas de estas mujeres parecían ser pobres y del campo, y vendían chicles, dulces y chucherías.

Muchas de ellas pedían centavos de sobra en un esfuerzo por alimentarse a sí mismos y a sus hijos obviamente hambrientos. Pero el rebozo mantuvo a los niños más pequeños en contacto físico con sus madres, una fuente de tranquilidad en un mundo que de otro modo sería hostil.

Los nativos precolombinos eran prácticos. No necesitaban lo que tantos padres modernos en el mundo desarrollado consideran esencial para transportar a los niños hoy en día: mochilas andróginas de alta tecnología hechas de aluminio y telas ultraligeras, abastecidas de Internet, videos y, para los niños mayores, juegos en línea. El rebozo, por otra parte, es una pieza de tela extraordinariamente sencilla.

Estoy siendo un tanto bromista con respecto a los padres modernos. Pero al igual que las mujeres españolas de casta superior en los primeros días de la Ciudad de México moderna, las mujeres de hoy están descubriendo los beneficios de recurrir a la sabiduría que nos transmitieron las mujeres indígenas. El rebozo, simple pero sorprendentemente funcional, ha sido utilizado durante siglos, y continúa siendo usado, por mujeres que trabajan arduamente en el campo, que amamantan, que trabajan en los mercados y que se ocupan de las tareas domésticas y la cocina.

Las mujeres de la antigua América Latina nunca tuvieron la necesidad de buscar “guarderías” para el cuidado de niños, una idea tan extraña como los invasores que llegaron en el siglo XVI y destruyeron gran parte de su forma de vida.

A nivel local, el pasado mes de mayo se llevó a cabo el XIX Festival Anual del Rebozo en el Rancho Camarillo, Camarillo. Este festival celebra la herencia latina a través de la belleza del rebozo mexicano. Para obtener más información, consulte http://rebozofestival.org/.

– – David Magallanes ofrece información sobre un estilo de vida saludable en su sitio web, Magallanes Wellness Information Center. También es profesor de matemáticas jubilado.

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