Bilingual commentary — Minority Students and STEM Education

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By David Magallanes • Guest contributor

There will always be a special place in my heart for those students who pursue a solid math education. I once had—and continue to have—the same fascination as they have with the mysterious beauty of mathematics.

When I started teaching college mathematics several decades ago, Latinos in the field of math education were relatively rare.  In the more recent past, there has been a surge of interest in encouraging minority students to pursue classes in the STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) fields. The technical sphere is where more lucrative careers beckon those who have the education and the wherewithal to survive the rigors of a STEM education.

But there is more to achieving a STEM college degree than simply having the desire to acquire higher-paying jobs.  I found a graph* in a report on “Elementary and Secondary Mathematics and Science Education” at a National Science Foundation website. Upon examination, the graph gives considerable insight into the challenges faced by minority students.  The graph in the report reflects data from 2017 and depicts average math scores of U.S. students in 8th grade on the National Assessment of Educational Progress (NAEP).

There is a myth that “boys are better than girls” at math. But this graph tells quite another story: girls and boys scored almost identically. This confirms what I used to see in my college classrooms, albeit among young adult men and women. In my classrooms, however, the females tended to excel over their male counterparts throughout the years.

Upon further inspection, we can see that white students overall scored significantly higher than Latinos/Hispanics, African Americans and Native Americans. On the other hand, the “myth” that “Asians are good in math” turns out not to be a myth, after all. The belief of Asian math superiority is lent some credence here: scores for Asian-American/Pacific Islander students exceeded everyone else’s by a healthy measure.

None of this is meant to imply the intellectual superiority of any racial or ethnic groups. With a little effort, the graph elucidates some of the rationale for the ethnic differences. Students who were eligible for free lunches did not score nearly as well as students who were not eligible. Likewise, students whose parents graduated from college were far more likely to score highly in math. This appreciation for higher education that is passed down the generations is akin to financial “generational wealth,” which is an automatic consequence of creating a home environment that encourages and facilitates the education of children.

In families struggling with seemingly endless cycles of poverty, it’s up to parents to begin envisioning a better future for their children. Then they must provide whatever support they are capable of, in whatever form they can, encouraging their offspring to find a way out of the hardscrabble life that tried their people’s souls and defined the generations before them.

I see encouraging signs in our community, about which I will be writing next week.

*https://ncses.nsf.gov/pubs/nsb20196/student-learning-in-mathematics-and-science

— David Magallanes is a retired college math educator.

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Estudiantes Minoritarios y la Educación Tecnológica

Por David Magallanes • Columnista invitado

Siempre habrá en mi corazón un lugar especial para aquellos estudiantes que buscan una sólida formación matemática. En mi juventud, tuve, y sigo teniendo, la misma fascinación que ellos tienen por la misteriosa belleza de las matemáticas.

Cuando comencé a enseñar matemáticas en el colegio comunitario hace varias décadas, los latinos en el campo de los estudios matemáticos eran relativamente escasos. En el reciente pasado, ha habido un gran interés en alentar a los estudiantes minoritarios a seguir clases en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, según su sigla en inglés). El ambiente técnico es donde las carreras más lucrativas atraen a aquellos que tienen el entrenamiento y la capacidad para sobrevivir a los rigores de una educación STEM.

Pero teniendo simplemente el deseo de conseguir trabajos mejor pagados es solo el comienzo de lo que se requiere para obtener un título universitario STEM. Encontré una gráfica* en un informe sobre “Educación en las Matemáticas y Ciencias en la Escuela Primaria y Secundaria” en el sitio web de la Fundación Nacional de Ciencias. Al examinarlo detenidamente, la gráfica ofrece una perspectiva informativa de los desafíos que enfrentan los estudiantes minoritarios. La gráfica del informe refleja los datos de 2017 y muestra los puntajes promedio de matemáticas de los estudiantes estadounidenses en el octavo grado en la Evaluación Nacional del Progreso Educativo (NAEP, según su sigla en inglés).

Existe el mito de que “los niños son mejores que las niñas” en las matemáticas. Pero este gráfico cuenta otra historia: las niñas y los niños puntuaron casi de manera idéntica. Esto confirma lo que yo solía ver en mis clases de matemáticas, aunque entre hombres y mujeres jóvenes. En mis clases a través de los años, sin embargo, las mujeres tendieron a sobresalir sobre sus homólogos masculinos.

Tras una inspección más detallada, podemos ver que los estudiantes blancos en general obtuvieron calificaciones significativamente más altas que los latinos/hispanos, afroamericanos y nativos americanos. Por otro lado, el “mito” de que “los asiáticos son buenos para las matemáticas” resulta no ser un mito, al fin y al cabo. La creencia en la superioridad asiática de las matemáticas tiene cierta credibilidad: los puntajes de los estudiantes asiático-americanos/isleños del Pacífico superaron a todos los demás en una medida considerable.

Nada de esto pretende implicar la superioridad intelectual de ningún grupo racial o étnico. Con un poco de esfuerzo, la gráfica aclara algunas de las razones por las diferencias étnicas. Los estudiantes que fueron elegibles para los almuerzos gratis no obtuvieron tan buenos resultados como los estudiantes que no fueron elegibles. Del mismo modo, los estudiantes cuyos padres se graduaron de la universidad tenían muchas más probabilidades de obtener calificaciones altas en matemáticas. Esta apreciación por la educación superior que se transmite de generación en generación es similar a la “riqueza generacional” financiera, que es una consecuencia automática de la creación de un entorno hogareño que alienta y facilita la educación de los niños.

En familias que luchan con ciclos aparentemente interminables de pobreza, les corresponde a los padres de familia comenzar a imaginar un futuro mejor para sus hijos. Luego, deben ofrecer todo el apoyo que puedan, en cualquier forma que puedan, alentando a sus hijos a encontrar una salida a la vida difícil que puso a prueba el alma de su gente y definió a las generaciones anteriores.

Veo indicios alentadores en nuestra comunidad, sobre los cuales escribiré la próxima semana.

*https://ncses.nsf.gov/pubs/nsb20196/student-learning-in-mathematics-and-science

– – David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.

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