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By David Magallanes • Guest contributor
Who can afford college?
This question is uncomfortably popping up more frequently lately. There has been much chatter about student debt, upward-spiraling tuition, lower wages for college graduates, and employers’ increasing willingness to hire people without college degrees. This discussion has led young people to more seriously weigh their options after high school.
The specter of near-lifetime student debt looms large in young people’s decisions.
I used to unhesitatingly recommend that high school students seriously consider at the very least a two-year associate degree before launching a career. I would always encourage my community college students to transfer, if at all possible, to a four-year college or university to lock in a higher standard of living and a more secure future. I spurred them to give serious consideration to a master’s degree or even a doctorate.
Recently, I’ve been surprised to find myself offering more nuanced suggestions to young people who are seeking a path forward. After all, college does not offer the same promise that it did in past decades.
I had been nudging a member of my family toward college since his early years. Recently, he started community college but was not finding a foothold. He was, in fact, “lost.” In the past, I’ve seen that look of disorientation on the faces of many of my students. Many of them appeared to eventually drop out of college altogether.
Then, suddenly and seemingly miraculously, this family member found his niche—something that strongly attracted his interest: emergency medical technician (EMT) training leading to a college certificate from a fire academy. He has started the program based at a nearby community college and is thriving.
Just a few years ago, this would not have been something that I would have envisioned for him. But that would have been because I was viewing his college prospects just as I used to view mine. However, my perspective was from a different era—a time when colleges and universities were relatively affordable, accessible, and remunerative.
Now, in the current era, colleges and universities are neither affordable, nor accessible, nor particularly remunerative for many students, depending on their major. Not everyone can major in engineering, aeronautics, or computer science, all of which deliver high salaries albeit along with crushing student debt.
I happen to know of newly minted medical professionals who, in the “before times,” would have garnered socially respectable and substantial salaries that provided an enviable lifestyle. But these young professionals, in the current environment, earn barely more than the office help when their student loan debt, insurances, required continuing education, and other burdensome obligations are factored into the equation.
Needless to say, they are, at the very least, disillusioned. At worst, they are cynical and angry. This was not what they expected for all their sacrifice, which continues today and will extend far into the future.
Buffalo Wild Wings, a casual dining chain restaurant, currently has a humorous TV commercial on the air that is in fact a sad commentary on the dilemma that young people are facing today. The video announces BWW’s half-off “traditional” buffalo wings. Then the narrator jokes that by buying them, he saves so much money that he can “finally afford college.” He then laughs sarcastically, saying, with a hint of melancholy, that he was “just kidding,” and that “no one can afford college.”
It is deeply unfortunate that this is what is seeping into the national consciousness. There is a sense of hopelessness. The American Dream, once freely available to those who wanted it, has, to a large degree, vanished.
But there are in fact options for young people who wish to launch an honorable and satisfactory career. My family relative made his choice: a two-year certificate program that has the potential to lead to a relatively high salary and employment security without the burden of student debt. There are many college-level certificate programs and two-year programs that offer a future to young, talented people who are looking for a chance to claim their slice of the American pie.
These educational opportunities, accompanied with low- or no student debt, personal counseling, and lessons in personal finance and investing could lead to lucrative lifestyles that might prove to be the envy of some college graduates.
— David Magallanes offers information about healthy lifestyles on his website, Magallanes Wellness Information Center. He is also a retired college math educator.
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¿Es Asequible una Educación Universitaria?
Por David Magallanes • Columnista invitado”
¿Quién puede pagar la universidad?
Esta pregunta está surgiendo incómodamente con más frecuencia últimamente. Se ha hablado mucho de la deuda estudiantil, el aumento vertiginoso de las colegiaturas, los salarios más bajos para los graduados universitarios y la creciente disposición de los empleadores a contratar personas sin títulos universitarios. Esta discusión ha llevado a los jóvenes a sopesar más seriamente sus opciones después de la escuela secundaria.
El espectro de una deuda estudiantil que durará casi toda la vida ocupa un lugar preponderante en las decisiones de los jóvenes.
Yo solía recomendar sin vacilar que los estudiantes de secundaria consideraran seriamente al menos un título universitario de dos años antes de iniciar una carrera. Siempre alentaría a mis estudiantes del colegio comunitario a que se transfieran, si es posible, a un colegio o universidad de cuatro años para asegurar un nivel de vida más alto y un futuro más seguro. Los animé a considerar seriamente ganar una maestría o incluso un doctorado.
Recientemente, me sorprendió encontrarme ofreciendo sugerencias más matizadas a los jóvenes que buscan un camino a seguir. Después de todo, la universidad no ofrece las mismas promesas que en décadas pasadas.
Había estado empujando a un miembro de mi familia hacia la universidad desde sus primeros años. Recientemente, inició sus clases en un colegio comunitario, pero no encontraba un punto de apoyo. De hecho, se encontró “perdido”. He visto esa mirada de desorientación en los rostros de muchos de mis alumnos del pasado. Con el tiempo, muchos de ellos parecieron abandonar por completo el colegio.
Entonces, de repente y aparentemente milagrosamente, este miembro de mi familia encontró su nicho, algo que atrajo fuertemente su interés: la formación de técnico en emergencias médicas (“EMT”, sus siglas en inglés) que le llevaría a obtener un certificado de una academia de bomberos radicada en un colegio comunitario cercano. Ha comenzado el programa y está muy entusiasmado.
Hace apenas unos años, esto no habría sido algo que yo hubiera imaginado para él. Pero eso habría sido porque yo andaba viendo sus perspectivas universitarias tal como solía ver las mías. Pero mi perspectiva era de una época diferente: una época en la que los colegios y las universidades eran relativamente asequibles, accesibles y remunerativas.
Ahora, en la era actual, los colegios y las universidades no son asequibles, ni accesibles, ni particularmente remunerativas para muchos estudiantes, dependiendo de su especialidad. No todo el mundo puede especializarse en la ingeniería, aeronáutica o informática, todas las cuales generan salarios altos, aunque junto con una deuda estudiantil abrumadora.
Resulta que conozco a profesionales médicos recién nombrados que, en los “tiempos anteriores”, habrían obtenido salarios sustanciales y socialmente respetables que les proporcionaban un estilo de vida envidiable. Pero estos jóvenes profesionales, en el entorno actual, ganan poco más que la ayuda de oficina cuando se incluyen en la ecuación sus deudas por préstamos, seguros, educación suplementaria a y otras obligaciones onerosas.
No hace falta decir que, como mínimo, están desilusionados. En el peor de los casos, son cínicos y enfadados. Esto no era lo que esperaban después de todo su sacrificio, que continúa hoy y se extenderá en el futuro.
Buffalo Wild Wings, una cadena de restaurantes informales, tiene actualmente al aire un comercial de televisión humorístico que en realidad es un comentario triste sobre el dilema que enfrentan los jóvenes de hoy. El video anuncia las alitas de pollo “tradicionales” a mitad de precio de BWW. Luego, el narrador bromea diciendo que, al comprarlos, ahorra tanto dinero que “por fin podrá pagar la universidad”. Luego se ríe sarcásticamente y dice, con un toque de melancolía, que “solo estaba bromeando” y que “nadie puede pagar la universidad”.
Es profundamente lamentable que esto sea lo que se esté filtrando en la conciencia nacional. Hay una sensación de desesperanza porque el Sueño Americano, que alguna vez estuvo disponible gratuitamente para quienes lo querían, ha desaparecido, en gran medida.
Pero, de hecho, existen opciones para los jóvenes que desean iniciar una carrera honorable y satisfactoria. Mi familiar tomó su decisión: un programa de certificación de dos años que tiene el potencial de generar un salario relativamente alto y seguridad laboral sin la carga de la deuda estudiantil. Hay muchos programas de certificación de nivel universitario y programas de dos años que ofrecen un futuro a personas jóvenes y talentosas que buscan la oportunidad de reclamar su porción del pastel estadounidense.
Estas oportunidades educativas, acompañadas por una deuda estudiantil baja o nula, junto con asesoramiento personal y lecciones sobre finanzas e inversiones personales, podrían llevar a estilos de vida lucrativos que podrían resultar la envidia de algunos graduados universitarios.
– – David Magallanes ofrece información sobre un estilo de vida saludable en su sitio web, Magallanes Wellness Information Center. También es profesor de matemáticas jubilado.
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