Bilingual commentary — Oppenheimer and Prometheus

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By David Magallanes • Guest contributor

My eldest grandson recently invited me to watch the blockbuster film, Oppenheimer, with him. He told me that he preferred watching it with me rather than with peers. This grandson knew that I had lived through the Cold War between the U.S. and the now-defunct Soviet Union. He understands that I have a perspective that his friends can’t possibly possess. I felt honored.

The movie, like the bomb that it portrays, is powerful and awesome (in the original meaning of that word). It gives the younger generation a jarring comprehension of how we ended up where we are today at the brink of a nuclear catastrophe. 

We might end up being witnesses of a tragic meltdown of a Ukrainian nuclear plant in the midst of war; a strategic, “limited” use of nuclear weapons; or a full-blown, quickly escalating Armageddon that destroys our civilization. If, God forbid, any of this occurs, it all traces back to the work of Robert Oppenheimer and other scientists and mathematicians of his era during and after World War II.

There is a fascinating connection between Oppenheimer and the god Prometheus of ancient Greek mythology. Both of them were ambitious and intensely curious. They both pursued knowledge of the most powerful forces in their universe. For Prometheus, that force was fire; for Oppenheimer, it was the horrifying potential of the atom. 

Not only did Prometheus steal fire from under the noses of the gods of the Greek pantheon. He had the supreme audacity of gifting humanity with the knowledge of fire, which unleashed awful forces throughout the world.

Likewise, Oppenheimer pursued knowledge of a terrible force: the power of the atom. He had the audacity to apply his knowledge to the creation of the world’s first atomic bomb. The consequences were exactly what he feared: the military use of this destructive, deadly force, and the proliferation of atomic weapons over the face of the earth. 

The stories of Prometheus and Oppenheimer are cautionary tales. Gaining wisdom is worth striving for except when darker forces can use it to wreak havoc and threaten civilization itself.

David Magallanes offers information about healthy lifestyles on his website, Magallanes Wellness Information Center. He is also a retired college math educator.

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Oppenheimer y Prometeo

Por David Magallanes • Columnista invitado

Mi nieto mayor me invitó recientemente a ver con él la exitosa película Oppenheimer. Me dijo que prefería verlo conmigo que con sus compañeros. Este nieto sabía que yo había vivido la Guerra Fría entre Estados Unidos y la ahora extinta Unión Soviética. Él entiende que tengo una perspectiva que sus amigos no pueden poseer. Me sentí honrado.

La película, como la bomba que retrata, es poderosa y asombrosa. Le da a la generación más joven una comprensión estremecedora de cómo terminamos donde estamos hoy, al borde de una catástrofe nuclear.

Podríamos terminar siendo testigos de una trágica fusión de una planta nuclear ucraniana en medio de una guerra, de un uso estratégico y “limitado” de armas nucleares, o de un Armagedón de verdad en rápida escalada que destruya nuestra civilización. Si, Dios no lo quiera, algo de esto ocurre, todo se remonta al trabajo de Robert Oppenheimer y otros científicos y matemáticos de su época durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Existe una conexión fascinante entre Oppenheimer y el dios Prometeo de la mitología griega antigua. Ambos eran ambiciosos e intensamente curiosos. Ambos buscaron conocer las fuerzas más poderosas de su universo. Para Prometeo, esa fuerza era el fuego; para Oppenheimer, era el horrible potencial del átomo.

Prometeo no sólo robó el fuego delante de las narices de los dioses del panteón griego. Tuvo la audacia suprema de regalar a la humanidad el conocimiento de ese fuego, lo cual desató fuerzas terribles en todo el mundo.

Asimismo, Oppenheimer persiguió el conocimiento de una fuerza terrible: el poder del átomo. Tuvo la audacia de aplicar sus conocimientos a la creación de la primera bomba atómica del mundo. Las consecuencias fueron exactamente las que temía: el uso militar de esta fuerza destructiva y mortífera y la proliferación de armas atómicas sobre la faz de la Tierra.

Las historias de Prometeo y Oppenheimer son advertencias. Vale la pena esforzarnos por obtener sabiduría, excepto cuando fuerzas más oscuras puedan usarla para causar estragos y amenazar la misma civilización.

– – David Magallanes ofrece información sobre un estilo de vida saludable en su sitio web, Magallanes Wellness Information Center. También es profesor de matemáticas jubilado.

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