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By David Magallanes • Guest contributor
The past few days in our country have been exhausting, frightening, sickening, traumatic, dispiriting. The attack on the Capitol, with threats of even more violence in the coming weeks and months, starkly demonstrated the power of words.
An impeached and diminished president stands accused of incitement to riot. He may well believe that his words were “appropriate,” but then he believes many things that are not true. Even several of his supporters in Congress have admitted that his words carried the weight that crushed any remaining sense of stability we might have had.
We will be pondering the power and outcome of former President Trump’s words for decades—and not just his words on January 6. Over the past four years, his rhetoric has demolished many of the norms and guardrails we once had in our society.
Teenagers today were born in the Obama era and came of age in the Trump era. They matured into a political landscape in which insults, vindictiveness, pettiness, and revenge created the supercharged atmosphere that culminated in several deaths and the near-assassination of high-ranking members of Congress. They may not quite remember the soaring oratory of an African American man who aspired to bring positive changes to this nation and who won the presidency—twice in a row.
Only senior citizens will recall the lofty, inspiring oratory of President John Kennedy, elected in 1960. This young, astute leader had us tripping over ourselves to do such things as to join the Peace Corps and participate in the civil rights movement. He discerned the ability of this country to take serious risks; for example, to land an American on the moon within a decade of declaring our goal. He was silenced by a sniper’s bullet. But the mark he left on our collective memories serves as a point of reference that contrasts shockingly with the level of lying and blather we’ve had to endure over the past four years. The conspiracy theories and alternate-universe prattle throughout the reign of Trump served as inspiration for so much of the hate that we’ve been forced to witness.
— David Magallanes is a retired college math educator.
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El Poder de la Oratoria
Por David Magallanes • Columnista invitado
Los últimos días en nuestro país han sido agotadores, espantosos, nauseabundos, traumáticos, desalentadores. El ataque al Capitolio, con amenazas de incluso más violencia en los próximas semanas y meses, demostró contundentemente el poder de las palabras.
Un presidente impugnado y disminuido está acusado de incitación a los disturbios. Él bien podría creer que sus palabras fueran “apropiadas”, pero él cree muchas cosas que no son ciertas. Incluso varios de sus partidarios en el Congreso han admitido que sus palabras tenían el peso que aplastaba cualquier sensación de estabilidad que nos quedaba.
Estaremos reflexionando sobre el poder y el resultado de las palabras del expresidente Trump durante décadas, y no solo sus palabras del 6 de enero. Durante los últimos cuatro años, su retórica ha demolido muchas de las normas y barreras que una vez tuvimos en nuestra sociedad.
Los adolescentes de hoy nacieron en la era de Obama y alcanzaron la mayoría de edad en la era de Trump. Maduraron en un panorama político en el que los insultos, la venganza y la mezquindad crearon una atmósfera sobrecargada que culminó con varias muertes y el casi asesinato de miembros de alto rango del Congreso. Es posible que no recuerden la oratoria sobresaliente de un hombre afroamericano quien aspiraba a traer cambios positivos a esta nación y quien ganó la presidencia—dos veces consecutivas.
Solamente las personas de la tercera edad recordarán la elevada e inspiradora oratoria del presidente John Kennedy, elegido en 1960. Este joven y astuto líder nos alentaba como nunca antes para hacer cosas como unirnos al Cuerpo de Paz y participar en el movimiento para los derechos civiles. Percibió la capacidad de este país para asumir serios riesgos; por ejemplo, llevar a un estadounidense a la luna dentro de una década después de declarar nuestro objetivo. Fue silenciado por la bala de un francotirador. Pero la huella que dejó en nuestras memorias colectivas sirve como un punto de referencia que contrasta sorprendentemente con el nivel de mentiras y palabrerías que hemos tenido que soportar durante los últimos cuatro años. Las teorías de la conspiración y el parloteo de un universo alternativo durante el reinado de Trump sirvieron de inspiración para gran parte del odio que nos hemos visto obligados a presenciar.
– – David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.
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