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By David Magallanes • Guest contributor
The infrastructure bill passed by the United States Senate last week has been hailed as a bipartisan victory. It was passed in the face of fierce opposition from a considerable number of Senate Republicans, regardless of how much the bill stands to benefit their constituents. After all, why make President Biden look good when you can make him look bad?
But enough Republican senators saw an opportunity to make things better for the country despite the usual threats from a certain former president. The bill is not yet signed into law, but it is expected to end up on President Biden’s desk for his signature after further discussions.
Two of the prime provisions of this legislation include several billion dollars for electric vehicle charging stations and electric and hybrid school buses. This aspect of the bill is meant to serve as a direct assault on climate change. We must swiftly and significantly reduce greenhouse gases in our atmosphere if we want any chance at sustaining a livable planet.
But as with the adoption of any new technology, there is a downside to electric vehicles that most of us are not yet aware of. Whereas we may well be fighting climate change with electric cars on the right hand, the left hand will be engaged in activities that harm the earth in ways that ultimately impact climate change and exacerbate the struggle to heal the planet. If we are not careful, in other words, we will undo what we are simultaneously accomplishing.
The material required for the manufacture of car batteries has to come from somewhere. And that “somewhere” is below the surface of the earth, which means, according to the United Nations Conference on Trade and Development, that these materials will have to be mined. This in turn leads to toxic dust that contaminates soils and causes respiratory illnesses and birth defects. Historically, when care is not exercised, acids from mining activities devastate rivers and other water resources for generations. Much of the mining for the materials required for the expected surge in demand for car batteries will occur in places like Brazil, Turkey, China, and Africa. Child labor in Africa is a particular concern of the UN children’s agency.
Of course, we in the developed nations won’t see the environmental devastation that will take place in the name of “saving the planet.” Many people struggling to survive in third world countries, once again, will suffer and die unless a sincere effort is made to address their right to live in a non-toxic environment. If we respect the earth, which includes respecting its people, we will spare third world inhabitants the trauma of supplying our needs, but at their expense.
— Writing services are offered at my website, David Magallanes Writing Services. David Magallanes is a retired college math educator.
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Los Coches Eléctricos
Por David Magallanes • Columnista invitado
El proyecto de ley de infraestructura aprobado por el Senado de los Estados Unidos la semana pasada ha sido aclamado como una victoria bipartidista. Fue aprobada frente a la feroz oposición de un número considerable de republicanos del Senado, independientemente de cuánto beneficie el proyecto de ley a sus electores. Después de todo, ¿por qué hacer que el presidente Biden se vea bien cuando tú puedes hacer que quede mal?
Pero suficientes senadores republicanos vieron la oportunidad de mejorar las cosas para el país a pesar de las amenazas habituales de cierto expresidente. El proyecto de ley aún no se ha convertido en ley, pero se espera que termine en el escritorio del presidente Biden para su firma después de más discusiones.
Dos de las principales disposiciones de esta legislación incluyen varios miles de millones de dólares para estaciones de carga para vehículos eléctricos, así como para los autobuses escolares eléctricos e híbridos. Este aspecto del proyecto de ley está destinado a servir como un ataque directo al cambio climático. Debemos reducir rápida y significativamente los gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera si queremos alguna posibilidad de mantener nuestro planeta como un lugar habitable.
Pero al igual que con la adopción de cualquier nueva tecnología, los vehículos eléctricos tienen una desventaja que la mayoría de nosotros aún no conocemos. Si bien es posible que estemos luchando contra el cambio climático con autos eléctricos en la mano derecha, la mano izquierda participará en actividades que dañan la tierra de formas que al fin y al cabo impactan el cambio climático y exacerban la lucha por sanar el planeta. Si no andamos con cuidado, en otras palabras, estaremos deshaciendo lo que estamos logrando simultáneamente.
El material necesario para la fabricación de baterías de automóvil tiene que provenir de algún lugar. Y ese “algún lugar” está debajo de la superficie de la tierra, lo que significa, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, que estos materiales tendrán que ser extraídos. Esto, a su vez, genera polvo tóxico que contamina los suelos y causa enfermedades respiratorias y defectos de nacimiento. Históricamente, cuando no se tiene cuidado, los ácidos de las actividades mineras devastan ríos y otros recursos hídricos durante generaciones. Gran parte de la extracción de los materiales necesarios para el aumento esperado de la demanda de baterías de automóvil se producirá en lugares como Brasil, Turquía, China y África. El trabajo infantil en África es una preocupación particular de la agencia de la ONU para la infancia.
Por supuesto, en las naciones desarrolladas no veremos la devastación ambiental que tendrá lugar en nombre de “salvar el planeta”. Muchas personas que luchan por sobrevivir en los países del tercer mundo, una vez más, sufrirán y morirán a menos que se haga un esfuerzo sincero por abordar su derecho a vivir en un entorno no tóxico. Si respetamos la tierra, lo que incluye respetar a su gente, evitaremos a los habitantes del tercer mundo el trauma de suplir nuestras necesidades, pero a costa de la gente tercermundista.
– – Servicios de escritura se ofrecen en mi sitio web, David Magallanes Writing Services. David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.
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