Bilingual commentary: “The Tube” of London … In Oxnard?

David Magallanes

By David Magallanes / Guest contributor

Imagine if here in Oxnard we had a transportation system that allowed us to travel below ground as if we were gophers, from the southern part of the city to the most northern regions such as the new Target in RiverPark, for example, in a matter of about 15 minutes.  Or that took us from the Colonia to the beach in 10 minutes or less. Or likewise, what about if men and women who worked for the most prestigious companies, dressed for success, were to get on the subway cars along with the field workers beginning their labors for the day? And let’s dare to think that all of them mixed together with mutual respect, or at least a measure of mutual acceptance.

It sounds unreal, like a fantasy. And in fact, it is. But this is what we would have if we were to replace our system of streets and highways designed almost exclusively for the automobile with the system in London known as “the Tube.” This “Tube” is in reality what is known as “el Metro” in Mexico City, “le Metro” in Paris, “Metro Rail” in Los Angeles. The systems New York Subway and the Tokyo Metro along with the Toei Subway en Japan also serve residents of these respective metropolises. In any case, they are transport systems above or below ground, rapid, effective, efficient and functional.

In practically all of California, except for the largest cities, if we don’t enjoy the good fortune of owning a car, we are, let’s say, condemned to ask for rides, get on the few available buses that transport us at the speed of a turtle, or take to the streets to walk interminably. It seems as if almost all of California was founded with the idea that everyone had access to their own car, which is a joke, considering the necessary expenses to buy, insure and maintain it.

At the beginning of my stay in London, I was worried about the required time and effort to transport myself from my hotel to the places I wanted to visit in the city. Besides, I didn’t want to spend half of my budget on taxis. But I soon realized that I didn’t have to decide between taxis and walking … there was a subway system, with which I already had experience in Paris, Mexico City and New York. I feel like visiting Tokyo, Japan, where it is said they have the most modern, organized and efficient system in the entire world. Knowing the Japanese as I do, I don’t doubt it.

OK, then, why not build such a system here in Oxnard? After all, if we’re already approving here in California a “bullet-train” that in a far distant future, after all of us disappear from this earth, will connect Los Angeles and San Francisco, why not begin to dig extensively here in our lovely city in order to build a metro system? Well, maybe because the merchants who complain when Caltrans fixes or maintains a street in front of their establishments would not be amused if Caltrans were to begin digging burrows under the foundations of their buildings.

In other words, as the devil would say (smiling, for sure) to the lost and frightened souls arriving at his doorstep … “it’s too late.”

And that’s how this possibility of a transport system for us, the masses, the residents of our beloved California, will remain — a dream. Meanwhile, we will have to take planes to the cities that did do their transportation planning from their very beginnings, or take taxis or buses to the Amtrak station that would take us to Los Angeles, only to transfer to the system of buses or rail that they have there. In other words, in California as in almost all the rest of our country, none of this is easy.

Imagine a city in which we didn’t need to worry about buying a car and assuming all the inherent costs … where we could travel from one end of the city to the other, or from one city to another nearby, in a matter of minutes — not hours.

But we can dream that with respect to public transportation, Oxnard becomes a mini-London, or a mini-Paris, a mini-Mexico City, mini-New York, mini-Tokyo, or at the very least a mini-Los Angeles, and that all of us enjoy the luxury of a transport system that serves us … as God intended, naturally.

— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics.  You may contact him at adelantos@msn.com

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“El Tubo” de Londres…¿En Oxnard?

Por David Magallanes / Columnista invitado’

Imagínense que aquí en Oxnard tuviéramos un sistema de transporte que nos permitiera trasladarnos, bajo tierra como si fuéramos topos, desde el sur de la ciudad hasta las regiones más norteñas, por ejemplo al nuevo Target en RiverPark, en cuestión de 15 minutos.  O que nos llevara desde la Colonia hasta la playa en 10 minutos o menos.  O de igual manera, ¿qué tal si los hombres y mujeres de las compañías más prestigiosas, vestidos para el éxito, se subieran a las carretillas junto con los obreros empezando sus jornadas diarias en los campos?  Y atrévanse a pensar que todos se mezclaran dentro de este sistema con respeto mutuo, o al menos una medida de aceptación mutua.

Suena irreal, como una fantasía.  Y de hecho, sí lo es.  Pero esto es lo que tendríamos si reemplazáramos nuestro sistema de calles y carreteras diseñadas casi exclusivamente para el automóvil con el sistema londinense conocido como “el Tubo”.  Este “Tubo” es en realidad lo que se conoce como “el Metro” en la Ciudad de México, “le Metro” en París, “Metro Rail” en Los Ángeles.  Los sistemas New York City Subway y Tokio Metro junto con Toei Subway en Japón también sirven a los residentes de estas grandes ciudades respectivas.  En todo caso, son sistemas de transporte bajo o sobre tierra, rápido, eficaz, eficiente y funcional.

En prácticamente todo el estado de California, menos algunas de las ciudades más grandes, si no gozamos de la buena fortuna de ser dueño de un carro, estamos, pues digamos…condenados a pedir aventones, subirnos a los pocos camiones disponibles que nos trasladan a paso de tortuga, o lanzarnos a la calle a caminar interminablemente.   Parece que casi todo California fue fundado con la idea de que cada quien tuviera acceso a su propio automóvil, lo cual es una broma, tomando en cuenta los gastos necesarios para comprar, asegurar y mantener un carro.

Al comienzo de mi estancia en Londres, me preocupaba en cuanto al tiempo y esfuerzo requerido para transportarme desde mi hotel hasta los lugares que quería visitar en la ciudad.  Total, no quería gastar la mitad de mi presupuesto en taxis.  Pero pronto me di cuenta de que no tenía que escoger entre taxis y las caminatas…que había allí el sistema de trenes subterráneos, con los cuales ya tenía experiencia en París, el D.F. y Nueva York.  Me dan ganas de ir a Tokio, Japón, donde dicen que tienen el sistema más moderno, organizado y eficiente del mundo entero.  Conociendo a los japoneses, no lo dudo.

Entonces, ¿por qué no edificar tal sistema aquí en Oxnard?  Si ya estamos aprobando para California un “tren-bala” que en un tiempo lejano, después de que todos desparezcamos de esta vida, conecte las ciudades de Los Ángeles y San Francisco, ¿por qué no empezar a cavar extensivamente aquí en nuestra bella ciudad para edificar un sistema metro?  Bueno, tal vez porque a los comerciantes que se quejan cuando Caltrans arregla o mantiene una calle en frente de sus establecimientos no les caería nada en gracia cuando Caltrans empiece a hacer madrigueras bajo los cimientos de sus edificios.

En otras palabras, como diría el diablo (sonriéndose, por supuesto) al dar la bienvenida a las almas perdidas y espantadas llegando a su portal…”es demasiado tarde”.

Y así quedará esta posibilidad de un sistema de transporte para nosotros, las masas, los residentes de nuestro querido Califas—un sueño.  Mientras tanto, tenemos que ir en avión a las ciudades que sí hicieron sus planes para el transporte desde sus meros principios…o ir en taxi o camión hasta la estación Amtrak que nos lleve hasta Los Ángeles, para cambiar al sistema de camiones o rieles que ellos tienen por ahí.  O sea, en California y en casi todo el resto de nuestro poderoso país, nada de esto es fácil.

Imagínense una ciudad en la cual no nos preocupáramos por comprar carro y asumir todos los gastos inherentes…en donde podríamos viajar de un lado para otro, o de una ciudad a otra cercana, en cuestión de minutos—no horas.

Pero podemos soñar, con respecto a la transportación pública, que Oxnard se volviera un mini-Londres, o mini-París, un mini-D.F., mini-Nueva York, mini-Tokio, o como mínimo un mini-Los Ángeles, y que todos gozáramos del lujo de un sistema de transporte que nos sirviera…como Dios manda, naturalmente.

-David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas.  Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com