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By David Magallanes • Guest contributor
We’ve just bid adieu to The Terrible Year. Yes, 2020 was the year that many of us simply want to forget and make believe it never happened. But it did happen. And we are not going to snap back to normal in the very near future, at least, just because a vaccine on a white horse is about to ride into town. Maybe we’re “done” with the pandemic and believe that we should “take our chances” because we’re so tired of the lockdowns and restrictions that robbed us of life as we knew it.
And yet, if the gods favor us, 2021 could be the year that our schools once again teem with children, those children’s parents return to the office or other places of work, the businesses that managed to survive begin to thrive. Health care workers who weathered the storm can resume their mission of caring for those of us who fall victim to the ravages of the coronavirus. Once we emerge from the shelters in which we were forced to seek refuge, the pent-up demand could drive some businesses to soaring heights, allowing them to reap more profits than they ever dreamed possible. Most children will be eager to return to the classroom to engage once again with their friends and teachers; families will once again find comfort in each other’s physical presence; workers will celebrate their ability to once again take control of their finances and confidently lay out their plans for a predictable and more secure life.
All the foregoing assumes that the recovery from this scourge, the coronavirus, rolls out according to plan. It assumes that, in a surge of unchecked exuberance, people will not begin to flout and defy recommended health directives more than they had been. It presumes that herd immunity will be achieved despite the refusal of anti-maskers and anti-vaxxers to accept the basic tenets of science.
Optimistically, it’s entirely possible that in the long term, we will eventually experience a global renaissance not unlike that experienced by the survivors of the Black Death caused by the bubonic plague throughout swaths of Europe, Asia and Africa in the 14th century. Their waves of suffering and death, to an extent that far exceeded anything that most of us have ever seen in our lifetimes, made possible the philosophically and technologically enlightened world we in subsequent generations inherited. But to attain this Promise of 2021, we will have to pass through the gauntlet of The Challenges: helping students to make up a lost year; continued help from various levels of government as people try, desperately in some cases, to reset their lives; special help for women and minorities who have been particularly battered by the pandemic; programs to retrain those whose careers have been wiped off the face of the map.
This upcoming year will likely not end with life “back to normal” the way we knew it. But it will illuminate the path forward as we, now older and wiser, dig out from the chaos that marked The Terrible Year.
— David Magallanes is a retired college math educator.
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La Promesa y el Reto de 2021
Por David Magallanes • Columnista invitado
Acabamos de despedirnos del Año Terrible. Sí, 2020 fue el año que muchos de nosotros simplemente quisiéramos olvidar y suponer que nunca sucedió. Pero sí sucedió. Y no vamos a volver a la normalidad en un futuro muy cercano, como mínimo, solo porque una vacuna en un caballo blanco está a punto de llegar a la aldea. Quizás estamos “hasta la coronilla” con la pandemia y creemos que debemos “arriesgarnos” porque estamos tan cansados ??de los cierres y restricciones que nos robaron la vida tal como la conocíamos.
Y sin embargo, si los dioses nos favorecen, 2021 podría ser el año en que nuestras escuelas vuelvan a estar repletas de niños, los padres de esos niños regresen a la oficina u otros lugares de trabajo, los negocios que lograron sobrevivir comiencien a prosperar. Los trabajadores sanitarios que capearon la tormenta pueden reanudar su misión de cuidarnos si experimentamos la mala suerte de volvernos víctimas del coronavirus. Una vez que salgamos de los refugios en los que nos vimos obligados a buscar refugio, la demanda reprimida podría llevar a algunas empresas a alturas vertiginosas, permitiéndoles obtener más ganancias de las que jamás soñaron. La mayoría de los niños estarán ansiosos por regresar al salón de clases para interactuar una vez más con sus amiguitos y maestros; las familias volverán a encontrar consuelo en la presencia física de los demás; los trabajadores celebrarán su capacidad para volver a tomar el control de sus finanzas y elaborar con confianza sus planes para una vida predecible y más segura.
Todo lo anterior supone que la recuperación de esta tragedia procede como debería. Supone que, en una oleada de exuberancia desenfrenada, la gente no comenzará a desobedecer y desafiar las directivas de salud recomendadas más de lo que lo había hecho. Presupone que la inmunidad colectiva se logrará a pesar de la negativa de los anti-mascarillas y anti-vacunas a aceptar los principios básicos de la ciencia.
Con optimismo, es muy posible que, a largo plazo, eventualmente veremos un renacimiento global similar al experimentado por los sobrevivientes de la Peste Negra causada por la peste bubónica en partes de Europa, Asia y África en el siglo XIV. Sus oleadas de sufrimiento y muerte, en un grado que excedió con creces cualquier cosa que la mayoría de nosotros haya visto en nuestra vida, hicieron posible el mundo filosófico y tecnológicamente iluminado que heredamos en las generaciones posteriores. Pero para lograr esta Promesa de 2021, tendremos que pasar por Los Desafíos: por ejemplo, ayudar a los estudiantes a recuperar un año perdido; la ayuda continua de varios niveles de gobierno mientras la gente intenta, desesperadamente en algunos casos, restablecer sus vidas; ayuda especial para mujeres y minorías que han sido particularmente golpeadas por la pandemia; programas para volver a capacitar a aquellos cuyas carreras hayan sido borradas de la faz del mapa.
Es probable que este próximo año no termine con la vida “de regreso a la normalidad” como la conocíamos. Pero iluminará el camino a seguir a medida que nosotros, ahora mayores y más sabios, salgamos del caos que marcó El Año Terrible.
– – David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.
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