Bilingual commentary: “Gucci” camping on the Inca Trail

Stacey "Vagabonding Chica" Wittig

By Stacey Wittig“Vagabonding Chica” Travel Writer

The remote ruins of Machu Picchu, a UNESCO World Heritage Site in Peru, can be reached by train. However, the hardy – may I add fool-hardy? – prefer the road less traveled, the Inca Trail.

I love the four-day trek to the “Lost City of the Incas” for its blend of rugged beauty and lavish pampering. For what would you call a backpacking trip where polite porters carry your pack, stake down your tent and unfold your camping chair? I call it “Gucci Camping.”

While the Inca ruins of Machu Picchu can be reached by rail, those looking for a challenge can hike the Inca Trail. Courtesy photo.

Gucci Camping Day One: Our guide, David Espejo Chavez gathers us at Novotel-Cusco. Located near the Plaza de Armas and magnificent Spanish Colonial cathedral, the hotel is a historical starting point for discovering Incan civilization.

“The road systems of the Incas are longer than the Roman road systems,” says David. We’re in a shuttle van careening over the Andes highlands. David is passing around a rare Peruvian treat that he found at the Cusco market this morning.

“It is very unusual to see these in the market. Maybe once or twice a year you can find them,” he says. We’re eating chrysalis – fried butterfly larvae. Sautéed in olive oil, the mushy caterpillars are mixed with roasted corn to add a little crunch.

David’s clever hiking schedule helps avoid the crowds. Although only 200 hiking permits are issued per day, most trekking companies employ three porters for every two trekkers, so that means 500 people are on the Inca Trail every day. By adding a day and starting our trek in the afternoon, others race ahead leaving behind for us one of the most archaeologically significant campsites.

Once our permits are checked, we hike along the Urubamba River for a short time. At the Kusichaca Stream, we start climbing the steep grade following the rushing creek towards remote mountain passes.

We reach Llactapata, our secluded camp, after three miles. We’re at 8600 feet above sea level. While porters setup tents and start dinner, several of us explore nearby ruins with David. “Llactapata means ‘Dominant View” in the native Quechua language,” explains David. “This is a tambo, a resting place for ancient travelers and merchants. Working class people lived here.”

After quinoa soup, roast veal with chile sauce, bread and dessert, we watch the full moon rise dramatically over the valley wall. We see the Southern Cross for the first time. Later, I try to sleep but thoughts of upcoming “Dead Woman Pass,” the highest point on our journey haunt me.

Hikers take a break and enjoy some food and rest on their trek to Machu Picchu. Courtesy photo.

Gucci Camping Day Two: Up at dark, we watch the sunrise above the ruins. I’m happy to have my headlamp. My daypack weighs 16 pounds – mostly camera gear. We climb straight up for three miles to our lunch and hot siesta spot. This is a magnificent portion of the Inca Trail. We hike through bromeliads, Spanish moss and overhanging jungle trees that David calls a cloud forest. Scents of damp earth fill our nostrils as thin, muggy air causes us to breathe deeply. The white water of the gushing stream keeps us company with its powerful song. The rock path steps us up three more miles to Llullucha at 12,628 feet.

Snow-capped peaks are visible now and again as we trek up the winding trail. The air is getting thinner, yet at the same time is fresh and cool. My heart starts racing, so I slow to a pace where I don’t have to stop to catch my breath. Just slow and steady.

By the time we get to our campsite, the Peruvian porters have set up our tents and dinner is ready. After eating another fine meal, I fall directly asleep and dream about tomorrow’s 13,776-foot obstacle: Dead Woman Pass.

Gucci Camping Day Three: We begin our assent at 5:30 a.m. I almost die getting to the top of Dead Woman Pass. Just another dead woman: me! It is very cold. Was it just yesterday that I was scorching hot?

On the downward side, mist melts into the forest in a most peculiar way making the hike quite magical. We explore ancient ruins and watch wild llamas in the tall grasses. At camp, the porters bring our chairs, tea and hot wine to a rock enclave where the sun sets and misty 19,000-foot, snow-capped mountains melt in and out of view.

Gucci Camping Day Four: Today we walk into Machu Picchu. First we explore the massive ruins of Wiñay Wayna named for the pink orchids growing everywhere. After a photo op at Intipunku the Sun Gate, Machu Picchu spreads out below us. By the time we walk in, the tour buses have vacated the ruins. We have the special place almost to ourselves. That night we sleep in real beds at El Presidente hotel where the train rattles by our front door.

The next day we’re drawn back to the ruins of Machu Picchu, joining the crowds for one last day in the magnificent ruins voted one of the New Seven Wonders of the World.

— Stacey “Vagabonding Chica” is a travel writer based in the US Southwest. Learn more about wonders of the world at her website www.vagabondinglulu.com

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Los turistas que recorren los caminos a Machu Picchu tienen la oportunidad de conocer a los habitantes de la región. Foto de cortesía.

Excusiones ‘Gucci’ en la Ruta Inca

Por Stacey Wittig / La reportera de “Vagabonding Chica”

A las remotas ruinas de Machu Picchu, designadas Patrimonio de la Humanidad en el Perú por la UNESCO, se puede llegar en tren. Sin embargo, los turistas experimentados—y me permito decir empecinados—prefieren el camino menos transitado, la Ruta Inca.

Me encanta la caminata de cuatro días a la “Ciudad Perdida de los Incas” por su mezcla de belleza natural y espléndido lujo. ¿Cómo llamarías a un viaje de excursión donde los porteadores corteses te llevan la mochila, plantan tu tienda de campaña y despliegan tu silla de acampar?” Yo lo llamo “Excursiones Gucci”.

Primer Día de Excursiones Gucci: Nuestro guía, David Espejo Chávez, nos reúne en Novotel-Cusco. Situado cerca de la Plaza de Armas y de la magnífica catedral colonial española, el hotel es un punto de partida histórico para descubrir la civilización inca.

“Los sistemas de caminos de los incas son más largos que los sistemas de carreteras romanas”, dice David. Vamos en una furgoneta de transporte a toda velocidad por las altas tierras de los Andes. David reparte de un bocadillo peruano raro que encontró en el mercado de Cusco esta mañana.

“Es muy raro ver a estos en el mercado. Tal vez se pueden encontrar una o dos veces al año “, dice. Estamos comiendo crisálidas—larvas de mariposa fritas. Salteados en aceite de oliva, las orugas se mezclan con puré de maíz tostado para añadir un poco de crujido.

El inteligente horario de caminatas de David ayuda a evitar las multitudes. Aunque sólo se otorgan 200 permisos para los senderos por día, la mayoría de las compañías de recorridos emplean a tres porteadores por cada dos excursionistas, lo que significa que 500 personas están en la Ruta Inca todos los días. Como agregamos un día y comenzamos nuestra caminata por la tarde, otros corren por delante dejando para nosotros unos de los campamentos arqueológicamente más importantes.

Una vez que revisan nuestros permisos, nos vamos de excursión a lo largo del río Urubamba por un corto tiempo. En el tributario Kusichaca comenzamos a subir la cuesta empinada siguiendo el rápido arroyo que corre hacia remotos pasos montañosos.

Llegamos a Llactapata, nuestro campamento aislado, después de tres millas. Estamos a 8 mil 600 pies sobre el nivel del mar. Mientras que los porteadores levantan las tiendas y preparan la cena, varios de nosotros exploramos las ruinas cercanas con David. “Llactapata significa  ‘vista dominante’ en la lengua quechua”, explica David. “Este es un tambo, un lugar de descanso para los antiguos viajeros y comerciantes. Personas de clase obrera vivían aquí”.

Después de la sopa de quinua, carne de ternera asada con salsa de chile, pan y postre, vemos la luna que se levanta imponentemente sobre el valle. Vemos la Cruz del Sur por primera vez. Más tarde, trato de dormir, pero me persiguen los pensamientos del próximo “Paso de la Mujer Muerta”, el punto más alto de nuestro viaje.

Segundo Día de Acampado Gucci: Aun es oscuro cuando nos levantamos y vemos el amanecer sobre las ruinas. Estoy feliz de tener mi farol. Mi mochila pesa 16 libras—casi todo en equipo fotográfico. Subimos hacia arriba por tres millas para nuestro almuerzo y lugar de siesta. Esta es una parte magnífica de la Ruta Inca. Caminamos a través de bromelias, musgos españoles colgantes y árboles de la selva que David llama a un bosque nublado. Los aromas de tierra húmeda llenan  nuestras narices al tiempo que un tenue aire nos hace respirar profundamente. El agua blanca de la corriente a chorros nos acompaña con su poderosa canción. El camino de rocas se empina más de tres kilómetros hasta Llullucha a 12 mil 628 pies de altura.

Los picos nevados son visibles de vez en cuando a medida que caminamos por el sinuoso sendero. El aire es cada vez más delgado, pero al mismo tiempo es fresco y frío. Mi corazón comienza a acelerarse, así que bajo el ritmo de manera que no tengo que pararme para recuperar el aliento. Simplemente lento y constante.

Para cuando llegamos a nuestro campamento, los porteadores peruanos ya levantaron nuestras tiendas y la cena está lista. Después de disfrutar otra deliciosa comida, me quedo dormida y sueño acerca del obstáculo de mañana a 13 mil 776 pies de altura: el Paso de la Mujer Muerta.

Tercer Día de Excursiones Gucci: Comenzamos nuestro ascenso a las 5:30 a.m. Casi me muero para llegar a la cima del Paso de la Mujer Muerta. Sólo otra mujer más que pierde la vida: ¡Yo! Está muy frío. ¿Fue sólo ayer que estaba muy caliente?

En la parte baja, la niebla se desvanece en el bosque de una manera muy peculiar haciendo la caminata bastante mágica. Exploramos las ruinas antiguas y vemos a las llamas salvajes entre la alta hierba. En el campamento, los porteros llevan nuestras sillas, té y vino caliente a un enclave rocoso donde se pone el sol brumoso y las montañas cubiertas de nieve a 19 mil pies de altura entran y salen de la vista.

Cuarto Día de Excursiones Gucci: Hoy caminamos hacia Machu Picchu. Primero exploramos las grandiosas ruinas de Wiñay Wayna que reciben su nombre de orquídeas rosadas que crecen por todas partes. Después de una sesión de fotos en Intipunku la Puerta del Sol, Machu Picchu se extiende por debajo de nosotros. Para cuando entramos, los autobuses turísticos se han ido de las ruinas. Tenemos el lugar especial casi sólo para nosotros. Esa noche dormimos en camas de verdad en el hotel El Presidente, donde el tren pasa enfrente de la puerta principal.

Al día siguiente nos atraen de nuevo a las ruinas de Machu Picchu y nos unimos a las multitudes para el último día en las magníficas ruinas seleccionadas como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.

–La reportera de viajes Stacey “Vagabonding Chica” Wittig ofrece más consejos gratuitos sobre viajes en www.vagabondinglulu.com 

La reportera Stacey Wittig, izquierda, descansa con una compa˜era en el camino a Machu Picchu. Foto de cortesía.