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By David Magallanes / Guest contributor
Our daughters are connected to nature in ways that we fathers cannot possibly comprehend.
I think many fathers see their daughters as “the opposite of a boy.” She is just another child, and maybe even acts “girly,” because, after all, she’s a girl. Or she might be a “tomboy” and seem to take on roles and behaviors that are commonly seen in boys.
But in any case, whatever their inclinations, daughters are girls who grow into women, who often become mothers of sons and daughters. Boys, of course, tend to become fathers of sons and daughters. But the little and teen daughters that we bring across the threshold into womanhood have a connection—a “direct line,” we might say—to the very source of life that we men will never know, by virtue of our masculinity. Manhood has its own set of connections—to the mythological powers of Apollo, the strength of Hercules (even though some of us might have to work out and exercise more to come anywhere close!) and the capriciousness of Zeus.
Nothing in the masculine sphere compares to the woman’s connection with the cycles of the moon and her body’s ability to not only produce new life, but to nurture it, both physically and emotionally. She is able to relate to the subtleties of the reproductive cycles of nature in ways that we men simply never even see on our radars, which are pointed elsewhere, anyway.
We men (at least when we’re younger) may feel that we draw power from the strength of the sun and create fire from the lightning of Zeus, but we don’t—we can’t—appreciate the soulful essence of femininity any more than women can know what it is to be a man. Owing to the gender into which we were born, we men and women may have much in common, but there is likewise much that is forever hidden from us as men and as women, which is clearly the intention of nature for its own sacred purposes.
— David Magallanes is a writer, speaker and social network marketing consultant. You may visit his web site, dedicated to honoring daughters and keeping them healthy, at www.roses4daughters.com.
You may contact him through e-mail atdmagallanes@roses4daughters.com. Follow us on Facebook (“Like” us!) at www.facebook.com/roses.for.daughters.
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Conexión de las Hijas con la Naturaleza
Por David Magallanes / Columnista invitado
Noten bien: en este artículo, “padres” se refiere a hombres de familia—no a los padres y madres de familia.
Las hijas están conectadas a la naturaleza de una manera que nosotros sus padres jamás podremos comprender.
Creo que muchos padres ven a sus hijas como “lo contrario de un niño”. Ella simplemente es la hija que tal vez actúa de una manera “femenina”, porque, al fin y al cabo, es una chica. O podría ser “una niña poco femenina” que parece asumir roles y comportamientos similares a los de los varones.
Pero en cualquier caso, independientemente de sus inclinaciones, las hijas son niñas que se vuelven mujeres, que a menudo se convierten en madres de hijos e hijas. Los chicos varones, por supuesto, tienden a volverse padres de hijos e hijas. Pero las niñas y las adolescentes que traemos a través del umbral a la femineidad tienen una “línea directa”, podríamos decir, a la misma fuente de la vida que nosotros los hombres jamás conoceremos debido a la naturaleza de nuestra masculinidad. La virilidad tiene su propio conjunto de conexiones—a los poderes mitológicos de Apolo, la fuerza de Hércules (¡a pesar de que algunos de nosotros tendríamos que esforzarnos, haciendo bastante ejercicio para llegar a esas alturas!) y los caprichos de Zeus.
Nada en la esfera masculina se compara con la conexión de la mujer con los ciclos de la luna y la capacidad de su cuerpo no sólo para producir nueva vida, sino además sostenerla, tanto física como emocionalmente. Ella es capaz de relacionarse con las sutilezas de los ciclos reproductivos de la naturaleza de una manera que para nosotros, los hombres, simplemente ni siquiera aparece en las pantallas de nuestros radares, los cuales apuntan en otra dirección, de todos modos.
Posiblemente nosotros los hombres (al menos cuando somos más jóvenes) creamos que podemos recurrir a la fuerza del sol y crear fuego de los rayos de Zeus, pero no apreciamos—ni podemos apreciar—la pura esencia de la feminidad. Tampoco las mujeres pueden apreciar lo que es ser hombre. En virtud del género en el que nacimos, puede que nosotros, hombres y mujeres, tengamos mucho en común, pero de igual manera hay mucho que está oculto para los hombres, en cuanto a las mujeres, y para las mujeres, en cuanto a los hombres. Lo cual es claramente la intención de la naturaleza para sus propios fines sagrados.
— David Magallanes es un escritor, orador y consultor de mercadeo por las redes sociales. Usted puede visitar su sitio cibernético, dedicado a la honra y la salud de nuestras hijas, en www.roses4daughters.com.
Se puede comunicar con él por e-mail a:dmagallanes@roses4daughters.com. Síganos en Facebook (“Like”), http://www.facebook.com/roses.for.daughters.
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