Bilingual commentary: Baby steps

David Magallanes

By David Magallanes / Guest contributor

When I was younger (and more foolish), night would come and once again I would question why I dared to think that I could do it all.  Like the superwoman who believes that she can handle her children and her profession and her school and her husband and her friends and her brothers and sisters and her parents and her colleagues and the housecleaning and, besides, have free time for herself, I believed in my ability to effectively handle my time and my interests and my obligations. But I could never find enough time to do it all. “Why can I not do it all?” I would naïvely ask myself again and again, slapping my forehead.

I started to read books about time management. I decided to take the bull by the horns and I began to make a daily list to remember everything that I wanted to accomplish that day. That was better, but still I was not able to scratch off all the commitments and things that had to be done on that list. I felt that my efforts were similar to trying to fill the ocean with a thimble.

If we have ambitions in life, there is much to do. We don’t give ourselves the luxury of playing at every available moment. Neither do we allow ourselves much rest; we always go around lacking sleep.  And for those of us wired like this, there is nothing in the world that will cure us of this neurosis. On the other hand, we tend to accomplish either few things well, or many things, well, not so well.  In fact, perhaps quite poorly, becoming a jack-of-all-trades and master of none.

I returned to studying other books about the management of time.  As a result of improving my time management skills, I wrote my “governing values” — that is, my “constitution,” a list of that which was more important than anything else in the world to me. Among my values are not only those that inspire me professionally, but also those that are important for a truly balanced life: time for my family and community, friends, exercise, fun, work, my home, my health, rest and study.

In short, what makes me happy, what is really important to me. This did help me to focus my efforts on a daily basis. When deciding whether to do something or not, I can refer to this document, just as the Supreme Court justices refer to the Constitution of the United States when deciding whether a law is acceptable or not.  A “constitution” for ourselves is no less important.

My time management improved enormously with this tool, but there was missing, for persons like me who are all over the map, what I believe to be the final “tweak” to the problem of correct time management. What was missing was something I invented to make just the adjustment I needed so that my life would run like clockwork — well, as far as that might be possible.

This new approach consists of the “baby-step method.”  Whereas in the past I would write down something like “clean the kitchen,” it seemed as if with all the other equally or more important items on my list, there was never time for this very necessary job. But now I simply write “clean the sink,” and the next day, “clean the stove,” and for the following day, “clean the floor.” Suddenly, I believed once again that I could do “everything”!

And so the biggest and most important tasks get broken down just as we would, according to the old saying, eat an elephant: one bite at a time.

It falls upon all of us, then, to decide what we want to accomplish in this life and put the nose to the grindstone, once and for all, accomplishing our dreams one bite at a time, with baby steps, beginning now.

— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics. You may contact him at adelantos@msn.com

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Pasos de Bebé

Por David Magallanes / Columnista invitado

Cuando yo era más joven (y más tonto), llegaba la noche, y una vez más me preguntaba por qué me atreví a pensar que lo podía hacer todo.  Como la supermujer que cree que sí puede con los hijos y su profesión y su escuela y su esposo y sus amigas y sus hermanos y sus padres y las colegas y la limpieza de la casa y además tener tiempo libre para ella sola, yo creí en mi habilidad para manejar eficazmente mi tiempo y mis intereses y mis obligaciones, pero jamás pude encontrar el tiempo suficiente para hacerlo todo.  ¿Por qué no puedo hacerlo todo? me preguntaba ingenuamente una y otra vez dándome frentazos.

Empecé a leer libros sobre administración de tiempo.  Decidí agarrar el toro por los cuernos y me puse a hacer una lista a diario para así recordar cada cosa que quería llevar a cabo aquel día.  Estuvo mejor, pero aún no lograba tachar todos los quehaceres y compromisos para el día que había en la lista.  Sentía que mis esfuerzos equivalían a intentar llenar el océano con un dedal.

Si tenemos ambiciones en la vida, hay mucho que hacer.  No nos damos el lujo de andar jugando a cada momento que se pueda.  Tampoco nos permitimos mucho descanso; siempre andamos faltos de sueño.  Y para nosotros que estamos diseñados internamente así, no hay remedio en el mundo que nos quite esta neurosis.  Por otra parte, tendemos a lograr hacer o pocas cosas bien, o muchas cosas, pues, no tan bien.  De hecho, quizás de verdad pobremente, volviéndonos aprendices de mucho y maestros de nada.

Volví a estudiar otros libros sobre el uso del tiempo.  Al mejorar mis habilidades para manejar el uso de mi tiempo, escribí mis “valores gobernantes”, o sea, mi “constitución”—una lista de lo que me importaba más que nada en esta vida.  Entre mis valores cuentan no nada más los que me inspiran como profesional, sino los que sean importantes para una vida verdaderamente balanceada: tiempo para mi familia y comunidad, las amistades, el ejercicio, la diversión, el trabajo, la casa, la salud, el descanso y el estudio.  En fin, lo que me hace feliz, lo que realmente me es importante.  Ahora sí esto me ayudó a enfocar mis esfuerzos diariamente.  Al decidir si debiera hacer algo a no, podría referirme a este documento, tal como lo hacen los jueces de la Corte Suprema cuando se refieren a la Constitución de los Estados Unidos al decidir si una ley sea aceptable o no.  Una “constitución” para nosotros mismos no es nada menos importante.

El uso de mi tiempo mejoró enormemente con esta herramienta, pero faltaba, para personas como yo que se encuentran en cada rincón del cuarto al mismo tiempo, lo que creo es último ajuste necesario para la correcta administración del tiempo.  Lo que faltaba era algo que inventé para hacer el pequeño cambio que justo necesitaba para que mi vida marchara como un motor bien afinado.  Bueno, en lo que cabe.

Este nuevo concepto consiste en “el método de pasos de bebé”.  Cuando en el pasado apuntaba algo así como “Limpiar la cocina”, pareció que con todas las cosas igualmente o aún más importantes en mi lista, nunca había tiempo para este trabajo que de verdad es muy necesario.  Pero ahora simplemente apunto: “Limpiar el fregadero”, y al día siguiente, “Limpiar la estufa”, y para el día próximo: “Limpiar el piso”.  ¡Y de repente volví a pensar que sí puedo hacerlo todo!

Y así los proyectos más grandes e importantes se van descomponiendo tal como, según el dicho, comeríamos un elefante: un bocado a la vez.

Nos incumbe, entonces, a cada quien decidir qué es lo que de verdad queremos lograr durante esta vida y echar manos a la obra, de una vez por todas, logrando nuestros sueños un bocado a la vez, a pasos de bebé, empezando ahora.

— David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas.  Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com.