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By David Magallanes • Guest contributor
I and many others believe that there is a master plan in this country to keep the poor in poverty and to let the middle class languish and despair over their loss of status in the current economy. Having grown up in the 1950s, it is very clear to us older “boomers” that families are not thriving economically as they once did, relatively speaking. It seems that now, at every turn, there is an obstacle to financial growth. Basic expenses that are necessary for any measure of prosperity, such as child and health care and our own education, are exorbitantly high for the middle class. Education in particular, with which we hope to give ourselves a chance in a competitive world, saddles the younger (and some older) adults with massive and economically crippling burdens of debt.
The reason we see obstacles and not the opportunities is because of our programming, starting in our homes and reinforced in the schools. We are taught to be employees, and children see their parents working and struggling as employees. We are not taught to understand and manage money. We are not taught how to become entrepreneurs. Most importantly, we are not taught how to think in order to create prosperity. It’s as if that doesn’t even appear on our radar screens. There are reasons for that. It’s not supposed to appear on our radar screens—according to “the master plan.” And if we do have high salaries, it’s often because we sell our souls to the institution or to the company, working long, stressful hours and having little chance to create a “life” until after we retire, assuming we survive the working years.
We are programmed to make statements like, “I can’t afford that,” or “I’ll never be rich unless I win the lottery,” rather than, “What can I do to afford that?” or “Since in all likelihood I will not win the lottery, I will instead educate myself to be rich.” And whatever it is that we repeat to ourselves, especially subconsciously, those words are made flesh and become the reality in which we dwell.
The institutions, organizations and homes aren’t teaching us how to think our way to a better, richer, happier life on our own terms, so it’s up to us to learn. It’s a matter of seeking out the teacher within each one of us and then listening, observing, reading, and meditating.
— David Magallanesis an entrepreneurial guide for those interested in exploring the opportunities afforded by an Internet business: http://www.facebook.com/ProfessorDavidMagallanes.
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Y Nuestras Palabras Se Hacen Carne
Por David Magallanes • Columnista invitado
Yo y muchos otros creemos que hay un plan maestro en este país para mantener a los pobres en la pobreza y permitir que la clase media languidezca y se desespere por la pérdida de estatus en la economía actual. Habiendo crecido en la década de 1950, es muy claro para nosotros los “boomers” más viejos que las familias no están prosperando económicamente como antes, relativamente hablando. Parece que ahora, a cada paso, hay un obstáculo en contra del crecimiento financiero. Los gastos básicos que son necesarios para cualquier medida de prosperidad, como el cuidado infantil y de salud y nuestra propia educación, son exorbitantes para la clase media. La educación en particular, con la que esperamos darnos una oportunidad en un mundo competitivo, echa encima enormes y económicamente agobiantes cargas de deuda sobre los hombros de los adultos más jóvenes (y algunos mayores).
La razón por la que vemos obstáculos y no oportunidades se debe a nuestra programación, que comienza en nuestros hogares y se refuerza en las escuelas. Se nos enseña a ser empleados, y los niños ven a sus padres trabajar y batallar como empleados. No se nos enseña a entender y gestionar el dinero. No se nos enseña cómo convertirnos en emprendedores. Lo más importante es que no se nos enseña a pensar para crear prosperidad. Es como si eso ni siquiera apareciera en nuestras pantallas de radar. Hay razones para ello. Ni siquiera debería aparecer en nuestras pantallas de radar—según “el plan maestro”. Y si tenemos altos salarios, a menudo es porque vendemos nuestras almas a la institución o a la compañía, trabajamos largas horas estresantes y tenemos pocas posibilidades de crear una “vida” hasta después de jubilarnos, suponiendo que sobrevivamos a los años laborales.
Estamos programados para hacer afirmaciones tales como, “No tengo los fondos para eso” o “Jamás seré rico a menos que gane la lotería”, en lugar de “¿Qué puedo hacer para obtener los fondos necesarios para poder comprar algo que deseo?” O “Puesto que es muy poco probable que gane la lotería, en su lugar buscaré la educación necesaria para volverme rico”. Y, sea lo que sea lo que nos repitamos a nosotros mismos, especialmente de manera subconsciente, esas palabras se hacen carne y se convierten en la realidad en la que moramos.
Las instituciones, organizaciones y hogares no nos están enseñando cómo desarrollar a nuestra manera una vida más sana, más rica, más feliz. Así que nos corresponde aprender. Es cuestión de buscar al maestro o a la maestra dentro de cada uno de nosotros. Y luego es preciso escuchar, observar, leer y meditar.
— David Magallanes es una guía empresarial para aquellos interesados en explorar las oportunidades que ofrece un negocio en Internet: http://www.facebook.com/ProfessorDavidMagallanes.
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