By David Magallanes / Guest contributor
This past Sunday, along with other aficionados who filled the First United Methodist Church in Ventura, I attended a concert of the Channel Islands Chamber Orchestra (“CHICO”). The classical music was as intriguing and musically dramatic as so many of the pieces that I’ve listened to throughout my life. From ancient Venetian melodies to the bassoon-laden melodies of Mozart, to the captivating rhythms of Bizet’s “Carmen,” the piano artistry of Chopin and the mix of 18th and 20th century music in a brilliant composition by the relatively modern Igor Stravinsky, this was a journey into the beating heart of classical music.
The only thing missing, I noted, were the young people. Oh, there was a handful of them sitting just behind me, but I learned that they were children of the musicians. Sitting up front, I turned to look back and saw a sea of beautiful white hair. We were almost all of retirement age and beyond. Which is worrisome, because it made me realize that here, at least, there were no masses of young people in the pipeline to replace us as the years take their toll. Was I witnessing the slow, but ultimate, demise of classical music in our community?
As it turns out, this is a national dilemma. Classical music is the bedrock of our Western civilization, and here it is dying on us. Children in many communities are much more familiar with rap and hip-hop stars and their music than they are with the musical masters who taught us what music really is.
There are multiple reasons for the apparent disintegration of classical music in the U.S.: lack of funding in the schools, a general lack of government support for the arts, the disappearance of classical music radio stations (with one notable exception in our region), and a pervasive (though not unjustified) perception among the young that classical music is “snobbish” and expensive, just to name a few of the reasons.
There is a world of excellent musical experience filling all corners of the lives of younger people, and it’s mostly not “classical,” in the classical sense, so to speak. Attracting young people into traditional concert halls is a daunting task, and given our cultural environment may no longer even be possible in the long term. So those of us who are older and love classical music are going to have to become extremely creative (not to mention generous and philanthropic) if we are to attract young to this music that forms such an integral part of who we are.
— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics.
***
¿Un Réquiem para la Música Clásica?
Por David Magallanes / Columnista invitado
Este domingo pasado, junto con otros aficionados que llenaron una iglesia en Ventura, asistí a un concierto de la Channel Islands Chamber Orchestra (“CHICO”). La música clásica fue tan intrigante y musicalmente dramática como tantas de las piezas que he escuchado a lo largo de mi vida. Desde las antiguas melodías venecianas hasta las melodías cargadas del bajón de Mozart, hasta los ritmos cautivadores de “Carmen” de Bizet, el arte del piano de Chopin y la mezcla de música de los siglos XVIII y XX en una brillante composición del relativamente moderno Igor Stravinsky, esta fue una jornada al corazón latiente de la música clásica.
Me fijé en que lo único que faltaba eran los jóvenes. Bueno, había un puñado de ellos sentado justo detrás de mí, pero luego me enteré de que eran hijos de los músicos. Sentado en el frente, me volví para mirar hacia atrás y vi un hermoso mar de cabello blanco. Estábamos casi todos en la edad de jubilación y hasta más maduros. Lo cual es preocupante, porque me di cuenta de que por aquí, al menos, no había masas de jóvenes en proceso de reemplazarnos a medida que los años cobran su precio. ¿Estaba yo presenciando la lenta pero definitiva desaparición de la música clásica en nuestra comunidad?
Resulta que este es un dilema nacional. La música clásica es la piedra angular de nuestra civilización occidental, y vemos que se nos va desapareciendo. Los niños en muchas comunidades están mucho más familiarizados con las estrellas del rap y el hip-hop y su música que con los maestros musicales que nos enseñaron la mera naturaleza de la música.
Existen múltiples razones por la aparente desintegración de la música clásica en los Estados Unidos: la falta de fondos en las escuelas, la falta general de apoyo del gobierno para las artes, la desaparición de las estaciones radiales de música clásica (con una notable excepción en nuestra región) y una percepción penetrante (aunque no injustificada) entre los jóvenes de que la experiencia de la música clásica es costosa y para los “esnobs.” Y estas son solamente unas cuantas de las razones.
Hay un mundo de excelentes experiencias musicales que llenan todos los rincones de las vidas de las personas jóvenes, y una gran parte de ese mundo no es “clásico”, en el sentido clásico, por así decirlo. Atraer a los jóvenes a las salas de conciertos tradicionales es una tarea dificilísimo, y dado nuestro entorno cultural, tal vez ni sea posible a largo plazo. Entonces, nosotros los mayores y quienes adoramos la música clásica tendremos que ser extremadamente creativos (sin mencionar generosos y filantrópicos) si queremos atraer a los jóvenes a esta música que forma parte integral de lo que somos.
— David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas.
Editor’s note: Amigos805 welcome comments on stories appearing in Amigos805 and on issues impacting the community. Comments must relate directly to stories published in Amigos805, no spam please. We reserve the right to remove or edit comments. Full name, city required. Contact information (telephone, email) will not be published. Please send your comments directly to frank@amigos805.com