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By David Magallanes • Guest contributor
I like to consider myself an optimist. Not a “rose-colored glasses” type of optimist, but I generally try to look on the bright side of things. I’m continually cultivating the habit of exuding gratitude for the blessings that I have received in life, especially when I’m feeling apprehensive or dispirited.
But my optimism is being tested as never before lately with each perusal of the newsfeeds that inform me of current events in our country, particularly regarding the momentous election that we will experience in November. As I look out toward the end of this year, I see the barely-discernable outlines of dark clouds approaching from the far horizon.
I find myself deeply concerned about attempts from foreign and domestic interests to alter election results. The far left and far right have their reasons for wanting to wreak havoc. We’ve already seen examples of this kind of sabotage, along with preventable technical glitches and human error, that played a part in the recent Iowa debacle.
I’m wary of the surge in domestic terror threats on social media, where extremists are daring each other to, in essence, initiate a civil war in our country. What if they have the organization and the arms to do just that? Especially if the election results are not in harmony with people’s sense of justice or righteousness, will we see armed conflict? Will certain political leaders refuse to recognize the people’s will, branding the election a “hoax” or a “coup” and simply refuse to step down? Will the military need to step in, as they did in 1963, when President John Kennedy sent in the Alabama National Guard to confront Governor Wallace, who was refusing to allow desegregation of the University of Alabama? Wallace was not willing to break his inaugural promise to “forever segregate” state schools, but a National Guard general enjoined him to physically move aside. Wallace was forced to relent.
But what if our leaders refuse to relent? What if they stir up their well-armed supporters to defend their sacred honor, invoking God and country? Suppose that these “patriotic militias” encourage their members to lay down their lives, if necessary, to defend their leaders.
As I’ve written here before, let’s not be tempted to think that this “can’t happen here.” It can. The “handwriting on the wall” has become violent graffiti threatening to destroy whatever and whoever does not support the extremists’ agenda. The clouds in our skies are visible and unfortunately darkening and growing. We’d best be prepared for a nightmarish upheaval that we’d rather not even imagine at this time.
Having said all this, the optimist in me returns and tells me that we may have a little rain on Election Day. But in fact, the storm my barometer is forecasting could very well dissipate, or even fail to materialize. Then peace will reign over the land. As John Lennon would say, “Imagine.”
— David Magallanes is a retired college math educator.
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Nubarrones Amenazantes
Por David Magallanes • Columnista invitado
Me gusta considerarme optimista. No la clase de optimista de “lentes color de rosa”, pero generalmente trato de ver el lado positivo de las cosas. Cultivo continuamente el hábito de expresar gratitud por las bendiciones que he recibido en la vida, especialmente cuando me siento aprensivo o desanimado.
Pero mi optimismo se está poniendo a prueba como nunca antes con cada lectura de las noticias que me informan sobre los eventos actuales en nuestro país, sobre todo con respecto a las elecciones cruciales que tendrán lugar en noviembre. Cuando miro hacia el final de este año, veo los contornos apenas perceptibles de nubes oscuras que se aproximan desde el lejano horizonte.
Me siento profundamente preocupado por los intentos de intereses malignos, nacionales y extranjeros, para alterar los resultados electorales. La extrema izquierda y la extrema derecha tienen sus razones para querer crear estragos. Ya hemos visto ejemplos de este tipo de sabotaje, junto con fallas técnicas evitables y errores humanos, que jugaron un papel en la reciente debacle en Iowa.
Me preocupa el aumento de amenazas terroristas internas en las redes sociales, donde los extremistas se están atreviendo entre sí para, en esencia, iniciar una guerra civil en nuestro país. ¿Qué pasará si tienen la organización y las armas para hacer exactamente esto? Especialmente si los resultados de las elecciones no están en armonía con el sentido de justicia o rectitud de los radicales, ¿veremos conflictos armados? ¿Se negarán ciertos líderes políticos a reconocer la voluntad del pueblo, calificando las elecciones como un “engaño” o un “golpe de estado” y simplemente se negarán a renunciar? ¿Tendrán que intervenir los militares, como lo hicieron en 1963, cuando el presidente John Kennedy envió a la Guardia Nacional de Alabama para confrontar al Gobernador Wallace, que se negaba a permitir la desagregación de la Universidad de Alabama? Wallace no estaba dispuesto a romper su promesa inaugural de “segregar para siempre” las escuelas estatales, pero un general de la Guardia Nacional le ordenó que se retirara físicamente. Wallace se vio obligado a ceder.
Pero, ¿qué pasa si nuestros líderes se niegan a ceder? ¿Qué pasa si agitan a sus partidarios bien armados para defender su honor sagrado, invocando a Dios y la patria? Supongamos que estas “milicias patrióticas” alientan a sus miembros a sacrificar sus vidas, si es necesario, para defender a sus líderes.
Como he escrito aquí antes, no nos atrevamos a pensar que esto “no puede suceder aquí”. Sí puede. Viendo lo que se avecina, los garabatos sobre la pared se han convertido en grafiti violento que amenaza con destruir todo y a quien no apoye los fines nocivos de los extremistas. Las nubes en nuestros cielos son visibles y desafortunadamente se están oscureciendo y creciendo. Sería mejor que estemos preparados para una turbulencia horrible que preferiríamos ni siquiera imaginar en este momento.
Dicho todo esto, el optimista en mí regresa y me dice que podría llover un poco el día de las elecciones. Pero, de hecho, la tormenta que pronostica mi barómetro podría muy bien disiparse o ni siquiera presentarse. Entonces la paz reinará sobre la tierra. Como John Lennon de los Beatles nos diría: “Imaginen”.
– – David Magallanes es un profesor de matemáticas jubilado.
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