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By David Magallanes / Guest contributor
Like many “boomers” who found themselves stumbling into the world of social media that we inherited from our children, I still marvel at the power of this medium to connect us to family in ways that were simply not possible in the recent past, when we used to send handwritten postal letters to each other that used to take several days to reach their destination. This new medium connects us not only to family around us in the present, but likewise to family that left us long ago.
This past week on “TBT” (Throwback Thursday—an online tradition that has people posting photos from the past on Thursdays), a cousin posted on Facebook an evocative family photo I had never seen before. It was from around 1926, showing my mother, about age 3, with her grandfather. He had her on his lap as she was looking intently at a book. This photo was similar to one I had seen in the past, again one with her and her grandfather, but she was holding pencils or crayons in her hand. He seemed to be teaching her how to draw.
The patterns of our lives emerge from the depths of our ancestry. We are a product of layer upon layer of inherited customs, beliefs and behaviors, for better and for worse. My siblings and I share our parents’ gestures, voices and verbal expressions. Their parents and grandparents, in turn, had forged our parents’ characters and reactions to the world around them. And so on.
In her youth and young adulthood, my mother went on to become an artist. My earliest memory is of her teaching me how to read as I sat with her, much like she had sat with her grandfather in 1926. Decades after she taught me, I had my daughter and stepsons sit with me as I read stories to them. Fast-forwarding more decades ahead, as a mother, my daughter found herself sitting her boys down to read stories to them. Their love of books and reading will no doubt have them sitting with their children in a couple of decades in order to shape their literary lives, just as those future children’s great-great-great-great-grandfather had done with his granddaughter. The photo on Facebook proves it.
— David Magallanes is a writer, speaker and network marketer consultant. You may visit his web site, dedicated to honoring daughters and keeping them healthy, at www.roses4daughters.com. You may contact him through e-mail at dmagallanes@roses4daughters.com.
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La Foto de Facebook
Por David Magallanes / Columnista invitado
Como muchos de los “boomers” (americanos nacidos entre 1946 y 1964) quienes se encontraban tambaleándose hacia el mundo de las redes sociales que heredamos de nuestros hijos, todavía me quedo boquiabierto por el poder de este medio para conectarnos a la familia de un modo que simplemente no fuera posible en el pasado reciente, cuando nos enviábamos cartas postales, escritas a mano, que llevaban varios días para llegar a sus destinos. Estas redes de hoy día nos conectan no solamente a la familia a nuestro torno, sino también a los miembros de la familia que nos dejaron atrás hace mucho tiempo.
Esta semana pasada en “TBT” (siglas en inglés que significan que los jueves son los días tradicionales de la semana designadas para subir fotos del pasado), un primo subió una foto familiar evocativa que jamás había visto en mi vida. Dató desde 1926, con la imagen de mi madre, más o menos a la edad de 3 años, con su abuelo. Él la tenía en su regazo mientras que ella miraba con fijeza un libro. Esta foto fue similar a una que sí había visto en el pasado, una vez más de ella y su abuelo, pero esta vez ella tenía en la mano lápices o crayones. Pareció que él le estaba enseñando a dibujar.
Los patrones de nuestras vidas emergen desde las profundidades de nuestra ascendencia. Somos el producto de capa tras capa de costumbres, creencias y comportamientos heredados, para bien y para mal. Mis hermanos y yo compartimos los mismos ademanes, voces y expresiones verbales que nuestros padres. Los padres y abuelos de ellos, a su vez, habían forjado en nuestros padres los caracteres y reacciones ante el mundo a su alrededor. Y así sucesivamente.
En su juventud y como adulta joven, mi madre llegó a volverse artista. Mi recuerdo más temprano es cuando ella me enseñaba a leer mientras yo me sentaba con ella, así como ella se había sentado con su abuelo en 1926. Décadas después de que ella me había enseñado, yo hacía que mi hija e hijastros se sentaran conmigo para leerles cuentos. Adelantando rápidamente unas décadas más, como mamá, mi hija también se sienta con sus hijos para contarles cuentos. El amor por los libros de estos muchachos sin duda hará que ellos a su vez se sentarán con sus hijos en un par décadas, para dar forma a sus vidas literarias, exactamente como el trastatarabuelo de estos hijos del futuro había hecho con su nieta. La foto en Facebook lo comprueba.
— David Magallanes es un escritor, orador y consultor de mercadeo por las redes sociales. Usted puede visitar su sitio cibernético, dedicado a la honra y la salud de nuestras hijas, en www.roses4daughters.com. Se puede comunicar con él por e-mail a: dmagallanes@roses4daughters.com.
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