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By David Magallanes / Guest contributor
It would seem reasonable to assume that most of us prefer a world at peace to a world at war. As John Lennon of the Beatles so eloquently challenged us in his song, “Imagine,” let us imagine a world with nothing to kill or die for. Furthermore, he posited, let us imagine that there was no religion. This may sound horribly heretical to some, but we have the innate ability to evolve into deeply spiritual inhabitants of this planet without the harsh divisions and hatreds that religion has inflicted on our species since the dawn of history.
Some among us embrace a form of pacifism, which adheres to the belief that violence is never justified and that we should all learn to settle our differences peacefully. Sounds beautiful, in theory. According to its website*, the United States Pacifist Party expresses the “belief that military power profoundly contradicts many religious and philosophic principles, and is a practical mistake in our time.”
But what if we had not advanced our military power during World War II, as Hitler’s forces went on a rampage destroying the lives of millions of Jews, bombing London, overtaking much of France and generally threatening European civilization? What if we were to retire our military and instead send “peace diplomats” to meet with the heads of ISIS, the diabolical terrorist organization bent on cruel slaughter and the imposition of its own version of Islamic law so violent and brutal that even Al-Qaeda renounces it? The sudden growth of their “caliphate” has caught the world by surprise. They do not intend to stop anything short of world domination — something they could achieve if the world were to try “reasoning peaceably” with these evil forces that have no concept of “reason” and are not capable of entertaining any peace overtures from anyone — and certainly not from “infidels.” The “nonbelievers,” in the twisted logic of these terrorists who dare to call themselves Muslims, deserve the worst possible death because they do not embrace Islam.
Granted, we really blew it when we went in and bombed Iraq in 2003, which horribly and tragically overturned the apple cart in the Middle East. And yes, the subsequent destabilization has contributed to the current crises.
I believe the answers lie in the idea of a correct “balance”: Let’s not go and glibly unload our arsenals on “problem countries” or even on the terrorists, but instead let us seek military coalitions with other countries willing to fight against the darkest aspects of humanity, just as we did in World War II. Let us assume the heavy mantle of leadership that we as a powerful, relatively benevolent and generous nation, must wear.
*http://www.uspacifistparty.org/
— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics. You may contact him at adelantos@msn.com. You may visit his website for better health at www.wellness4families.myshaklee.com.
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El Pacifismo y la guerra
Nos parecería razonable suponer que la mayoría entre nosotros preferiría un mundo apacible a un mundo en plena guerra. Como John Lennon de los Beatles nos retó tan elocuentemente en su canción Imagínate (Imagine, en inglés), imaginemos un mundo sin nada por el cual mataríamos o nos martirizaríamos . Es más, nos propuso, imaginemos que no hubiera religiones. Puede que esto, para algunos, suene horriblemente herético, pero todos poseemos una habilidad innata de evolucionarnos hasta llegar a ser habitantes profundamente espirituales sobre esta tierra sin las divisiones severas y el odio que la religión ha infligido a nuestra especie desde los comienzos de la historia.
Algunos entre nosotros se incorporan a una forma de pacifismo, lo cual se aferra a la creencia que la violencia nunca se justifica, y que deberíamos todos aprender a llegar a acuerdos apaciblemente. Suena hermoso, en teoría. Según su sitio cibernético, el United States Pacifist Party (Partido Pacifista de los Estados Unidos) expresa la “creencia que el poder militar profundamente contradice muchas religiones y principios filosóficos, y es un error práctico en nuestros tiempos”. [mi traducción]
¿Pero qué tal si no hubiéramos avanzado nuestro poder militar durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las fuerzas de Hitler se alborotaron destruyendo las vidas de millones de judíos, bombardeando a Londres, apoderándose de gran parte de Francia y generalmente amenazando la civilización europea? ¿Qué tal si retiráramos nuestras fuerzas militares y en su lugar mandáramos a los “diplomáticos de la paz” para reunirse con los encabezados del Estado Islámico, la organización diabólica de terroristas dispuestos a las matanzas crueles y la imposición de su propia versión de la ley islámica tan violenta y brutal que hasta Al-Qaeda la renuncia? El repentino crecimiento de su “califato” nos agarró en curva al mundo entero. No tienen ninguna intención de detenerse hasta llegar a la dominación mundial—algo del cual son capaces si el mundo fuera a intentar a “razonar apaciblemente” con estas fuerzas de la maldad que no tienen ni una pisca del concepto de la razón y que no tienen los medios para tomar en cuenta cualquier proposición para la paz de nadie—y sobre todo de los “infieles”. Los no creyentes, según la lógica distorsionada de estos terroristas que se atreven a denominarse musulmanes, merecen la peor muerte posible no más porque no aceptan la religión islámica.
Desde luego, lo habíamos regado gacho cuando fuimos y bombardeamos a Irak en 2003, lo cual horrible y trágicamente volcó la carretilla de manzanas en el Medio Oriente. Y, sí es cierto, la subsecuente desestabilización ha contribuido a las crisis actuales.
Creo que las respuestas se encuentran en un “balance” correcto: que no vayamos para fácilmente, sin pensarlo, deshacernos de nuestros arsenales sobre los “países problemáticos” ni tampoco sobre los mismos terroristas. Pero eso sí, que busquemos coaliciones militares con otros países dispuestos a luchar en contra de los aspectos más oscuros de la humanidad, así como lo hicimos durante la Segunda Guerra Mundial. Asumamos ese manto pesado del liderazgo del cual nosotros, una nación poderosa y relativamente benévola y generosa, debemos vestirnos.
*http://www.uspacifistparty.org/
-– David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas. Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com. Usted puede visitar su sitio cibernético para la salud en www.wellness4families.myshaklee.com.
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