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By David Magallanes / Guest contributor
On August 29, 2013, many of the nation’s fast-food workers walked off the job and went on strike for the day, demanding a living wage because, according to one bystander, “They work harder than the billionaires in this city [New York].” (1) That could be disputed, but in any case, we are all aware that these workers do indeed work very hard for dismal wages. A worker not sharing expenses with anyone else could not possibly support themselves decently with this level of pay — much less sustain even a small family.
The striking workers were insisting that they be paid $15 per hour — considerably more than the current approximately $8 per hour. Many people support this effort, maintaining that the big corporations are taking advantage of the young, the minorities, the poorly skilled.
Whereas I’m all for giving people — especially those who work hard — a shot at a comfortable life, I have to admit that some of the arguments against such a sudden surge in pay for these workers appear to have merit.
What if it’s true that a thump of this magnitude to the equilibrium of our economic system were to indeed backfire on the workers we’re trying to help? What if in fact the managers decide that they will simply hire fewer workers — or even close the doors? What if the resulting inflation cancels, to one extent or another, the economic advantages that the workers were supposed to gain? What if, just as during the recession from which we are just now emerging, managers learn to adapt to fewer workers by further computerization of their businesses and operating more efficiently without them? What if they decide to hire only skilled and educated workers in order to justify, in their minds, the higher wages paid to them?
The wages I’ve earned throughout my life were never meant to make me rich. I don’t blame anyone for that. That’s just the way the system works. If we tinker carelessly with that system, we need to be prepared for the consequences. In the end, we don’t want to hurt the very people to whom we’re desperately trying to lend a hand.
(1) Ventura County Star, August 30, 2013, p. 8A, Fast-food workers show unity.
— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics. You may contact him at adelantos@msn.com.
De Huelga Para Más Sueldo
Por David Magallanes / Columnista invitado
El 29 de agosto de 2013, muchos de los trabajadores en los restaurantes de comida rápida abandonaron sus puestos, haciendo huelga ese día. Estaban exigiendo un sueldo decente porque, según un espectador, “Ellos trabajan más duro que ni los multimillonarios en esta ciudad [New York]”. (1) Eso podría disputarse, pero en todo caso todos somos conscientes de que estos trabajadores sí le machetean para un sueldo deprimente. Un trabajador que no comparte los gastos con nadie más no puede, de ninguna manera, sostenerse decentemente a sí mismo con este nivel de pago—y mucho menos una familia, aunque sea pequeña.
Los chambeadores que declararon la huelga estaban insistiendo en que se les pague $15 la hora—considerablemente más que los $8 la hora que ganan actualmente. Mucha gente apoya este esfuerzo, manteniendo que las grandes corporaciones se están aprovechando de los jóvenes, las minorías, los pobremente adiestrados.
Mientras yo sostengo que sí deberíamos ofrecer una oportunidad para que uno pueda ganarse un vida cómoda, sobre todo aquellos que trabajan duro, tengo que admitir que algunos de los argumentos en contra de una oleada repentina en los sueldos de estos trabajadores parecen tener mérito.
¿Qué tal si sea cierto que un porrazo de este tamaño al equilibrio de nuestro sistema económico de hecho sale por la culata en contra de los trabajadores a quienes estamos tratando de ayudar? ¿Qué tal si de hecho la junta directiva decida que simplemente van a emplear a menos trabajadores—o hasta cerrar sus puertas? ¿Qué tal si la inflación que resulta cancele, a un nivel u otro, las ventajas económicas que los trabajadores debieron ganarse? ¿Qué tal si, justamente cómo lo hicieron durante esta recesión de la cual apenas nos estamos saliendo, la gerencia aprenda a adaptarse a menos trabajadores computadorizando aún más sus negocios y así funcionando con más eficiencia que nunca? ¿Qué tal si decidan emplear solamente a los trabajadores más educados y adiestrados para justificar, según ellos, los sueldos más elevados que se les vaya a pagar?
Los ingresos que yo he ganado a través de mi vida jamás me iban a convertir en hombre rico. Yo no le echo la culpa a nadie por eso. Así funciona el sistema. Si jugamos sin cuidado con el sistema, hemos de prepararnos para las consecuencias. Al fin y al cabo, no deseamos lastimar a las mismas personas a quienes quisiéramos, de todo corazón, echar una mano.
(1) Ventura County Star, August 30, 2013, p. 8A, Fast-food workers show unity.
– David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas. Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com.
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