By David Magallanes /Guest contributor
The red lights are flashing. The giant waves continue weakening — and soon knocking down — what was, once upon a time, our glory in the Golden State during the years that I was passing through the school system. And now the timbers of our shelter are creaking and the very foundations are cracking underneath our feet.
It’s difficult for me to hide my anguish every time I read the newspaper every morning. No, I am not going to stop reading it just to not ruin my day. To my way of thinking, we must be aware of what is about to happen to us if we, the citizens of California, do not approve Proposition 30 in November.
Any teacher or administrator of the elementary schools could tell us the calamity that awaits us if the propositions that guarantee funding to the schools do not pass. What worries me is that many people are not aware of the differences between Propositions 30 and 38, both promising help for education.
But there are large differences between them. I am going to offer my perspective, being a professor in the California community college system for several decades.
According to the California Legislative Analyst’s Office, “It is not known how this [Proposition 38] would affect funding over time for community colleges, adult education, or child care programs…” (1)
The newspaper The Modesto Bee informs us that the Community College District of Yosemite supports Proposition 30, and the student trustee Douglas Dyrssen proclaims that Proposition 38 offers nothing to the community colleges. (2)
I have read the summary of Proposition 38, and neither the colleges nor the universities are even mentioned.
Our Ventura County Star urgently recommends that we vote for Proposition 30—and not 38—because our colleges, along with the elementary schools, are being crushed during these difficult times. (3)
All of which means that our young people, just about to launch themselves into the professional world or into skilled labor careers, are being held back, or at least delayed. Our students entering the colleges are suffering. I’ve seen it with my own eyes these past few years. They become frustrated because the classes that they need are not offered, or else they need to travel from one end of the county to the other just to get them. They begin to wonder if it’s all worth it, but most of them, to their credit, gather strength, promise not to give up, and lower their heads against the storm that threatens their future. I admire them, because for my generation all of this was relatively easy. But no longer.
I don’t even want to imagine what will happen if Proposition 30 does not pass. It will be the end of the school system as we know it. The colleges have been cutting, chopping and eliminating programs for years, and the effects of a defeat of this proposition will be devastating for the young adults that are just beginning their journey in our society. At the college where I teach classes of mathematics, we have eliminated entire sports programs as well as classes of all kinds — including mathematics. The cafeteria, the social axis of yesteryear, is now a ghost of what it was. Several academic programs, and those that used to lend support to students, once robust, have ceased to exist. We are restricting enrollment, impeding the development of our most precious resource: our children. In fact, in the past few years, community colleges in California have eliminated 123,000 classes. In the past three years, the community colleges in our county have eliminated 700 classes. And if we do not pass Proposition 30, things will go from very bad to worse, and we will jump from the frying pan into the very fire, to our shame. (4)
And let me be clear: I am generally known as an optimist.
I have no doubt that we are “at the very brink,” as the saying goes. Some forty years ago, when I was taking classes at a college in Mexico City, I read a novel more or less with that very title in Spanish (“Al Filo Del Agua”) written by Agustín Yañez. I remember that upon reading it, I experienced a sense of terror because I realized that something horrifying was about to happen in the story. And now I feel the same way. I can’t shake it, but hope I’m wrong.
The futures of our young people are in our hands and, as a result, our own futures are on the balance. We have been warned. “Yes” on 30, “No” on 38.
(1) http://www.lao.ca.gov/ballot/2000/38_11_2000.html
(2) http://www.modbee.com/2012/09/15/v-print/2375330/propositions-30-and-38-offer-school.html
(3) http://www.vcstar.com/news/2012/sep/22/editorial-education-is-at-risk-yes-on-prop-30-no/
(4) http://www.vcstar.com/news/2012/aug/29/community-colleges-have-cut-a-quarter-of-classes/
— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics. You may contact him at adelantos@msn.com
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Nuestras Escuelas: Estado de Emergencia
Por David Magallanes / Columnista invitado
Las luces rojas están relampagueando. Las olas gigantescas siguen debilitando—y pronto tumbando—lo que era, había una vez, nuestra gloria en el Estado Dorado durante los años que yo andaba transitando el sistema escolar. Y ahora las vigas de nuestro albergue están crujiendo y los meros cimientos se están agrietando bajo nuestros pies.
Es difícil para mí esconder mi angustia cada vez que lea el periódico en la mañana. No, no voy a dejar de leerlo nada más para no estropear mi día. A mi ver, tenemos que estar consciente de lo que está por suceder si nosotros, los ciudadanos del estado de California, no aprobamos la Proposición 30 en noviembre.
Cualquier maestro o maestra o administrador de las escuelas primarias nos podría contar la calamidad que nos espera si las proposiciones garantizando fondos a las escuelas no se hacen realidad. Lo que me preocupa es que mucha gente no se da cuenta de las diferencias entre las dos proposiciones 30 y 38, ambas prometiendo socorro a las instituciones escolares.
Pero hay grandes diferencias entre ellas. Voy a ofrecer mi perspectiva, siendo profesor desde hace varias décadas en el sistema de colegios comunitarios californianos.
Según la Oficina del Analista Legislativo de California, “No se sabe como [la Proposición 38] afectaría, a través del tiempo, la provisión de fondos para los colegios comunitarios…” (1)
El periódico The Modesto Bee nos informa que el Distrito del Colegio Comunitario de Yosemite apoya la Proposición 30, y el fideicomisario estudiantil Douglas Dyrssen proclama que la Proposición 38 no le ofrece nada a los colegios comunitarios. (2)
He leído el resumen de la Proposición 38, y no se mencionan ni los colegios ni las universidades.
Nuestro Ventura County Star recomienda con urgencia que votemos por la Proposición 30—y no la 38—porque nuestros colegios, junto con las escuelas primarias, se están aplastando en estos tiempos difíciles. (3)
Todo lo cual significa que nuestros jóvenes, a punto de lanzarse al mundo profesional o a carreras de mano de obra especializada, se están quedando atrás, o al menos demorados. Nuestros estudiantes entrando a los colegios están sufriendo. Lo he visto con mis propios ojos estos últimos años. Se frustran porque las clases que necesitan o no se ofrecen, o tienen que viajar de un lado del condado para otro para conseguirlas. Empiezan a preguntarse si vale la pena, pero la mayoría de ellos, a su favor, se fortalece, promete no darse por vencida, y baja la cabeza contra la tormenta que amenaza su futuro en este estado. Los admiro, porque para mi generación, todo esto era relativamente fácil. Pero ya no.
No quiero ni imaginar lo que va a pasar si la Proposición 30 no se implementa. Será el fin del sistema escolar que conocemos. Los colegios han estado cortando, tajando y eliminando programas desde hace años, y los efectos de una derrota de este proyecto de ley serán devastadores para los jóvenes adultos que apenas están empezando su trayectoria en nuestra sociedad. En el colegio donde yo imparto clases de matemáticas, hemos eliminado programas deportivos enteros tanto como clases de toda índole—hasta de matemáticas. La cafetería, eje social de ayer, ahora es un fantasma de lo que era. Varios programas académicos, y aquellos que daban apoyo a los estudiantes, anteriormente robustos, han dejado de existir. Estamos restringiendo la matriculación, impidiendo el desarrollo de nuestros recursos más preciosos: nuestros hijos. De hecho, en los últimos años, los colegios comunitarios en California han eliminado 123,000 clases. En los últimos tres años, los colegios comunitarios de nuestro condado han eliminado casi 700 clases. Y si no aprobamos la Proposición 30, las cosas irán de muy mal en peor, y saltaremos de la sartén y dar en la mera brasa, para nuestra desgracia. (4)
Y conste, se me conoce como optimista, en general.
No cabe duda que estamos “al filo del agua”, como dice el dicho. Hace casi cuarenta años, cuando andaba tomando clases en un colegio en la Ciudad de México, leí el cuento de ese mismo título escrito por Agustín Yáñez. Me acuerdo que al leerlo, experimenté una sensación de terror porque me di cuenta de algo horroroso que estuvo a punto de suceder en el relato. Y ahora me siento igual. No puedo desprenderme de la sensación, pero espero estar equivocado.
Los futuros de nuestros jóvenes están en nuestras manos y, como resultado, nuestros propios futuros están en juego. Quedamos avisados. “Sí” en la 30, “No” en la 38.
–David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas. Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com.
(1) http://www.lao.ca.gov/ballot/2000/38_11_2000.html
(2) http://www.modbee.com/2012/09/15/v-print/2375330/propositions-30-and-38-offer-school.html
(3) http://www.vcstar.com/news/2012/sep/22/editorial-education-is-at-risk-yes-on-prop-30-no/
(4) http://www.vcstar.com/news/2012/aug/29/community-colleges-have-cut-a-quarter-of-classes/
–David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas. Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com