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By David Magallanes / Guest contributor
How many times have we heard someone say, or have said ourselves, “When I win the lottery…”? We believe that winning a vast sum of money will lift us out of our fiscal malaise, or allow us to retire once and for all, or give us the ability to “party hardy” or maybe even “help our family.”
But the stories that relate the “unintended consequences” of winning the grand prize should give us pause. Stories abound regarding those who are unaccustomed to deftly handling large quantities of money: they squander it, or hoard it, or simply mishandle it. Suddenly they have lots of “friends” coming out of the woodwork. They don’t know whom to trust. They sometimes end up poorer and lonelier than if they had never won.
Take the recent Washington Post story* of Jane Park, of Edinburgh, Scotland. She had won the EuroMillions lottery in 2013 at age 17. Never before had she been in possession of so much money and was not from an affluent family. So she had no prosperity mindset that would prepare her for this dramatic change in her life. At age 21, with more maturity under her belt and a wiser perspective, she learned the hard lesson that money didn’t bring into her life all the happiness that she had expected. Quite the contrary, she was now saying that the prize had “ruined her life,” that her life was now “empty” and “lonely,” that she harbors suspicions about the suitors who romantically pursue her and that she didn’t even have a handle on her purpose in life.
These are high prices to pay for the wealth that fell into this lass’s young lap. She was considering suing the company that owns the lottery for negligence, saying that the lower age limit for participation should be 18—not 16. But the company says that it is simply following the law—that she’ll have to direct her concerns to the Scottish legislature.
Let us take heed of the story of young Jane Park. It would be far healthier for us if we were to a) be satisfied with our status and seek happiness among our friends and family and within ourselves, or b) discover our creative powers and develop an enterprise that is meaningful to us and that provides us with the money and freedom to which we aspire.
As the renowned philosopher Khalil Gibran indicated, our true wealth is the good that we do in the world.
*MSN — She won the lottery at 17. Now she blames Euromillions officials for ‘ruining her life.’
— David Magallanes is a writer, speaker and social network marketer. You may visit his web site, dedicated to honoring daughters and keeping them healthy, at www.roses4daughters.com. You may contact him through e-mail at dmagallanes@roses4daughters.com.
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Ganando la Lotería
Por David Magallanes / Columnista invitado
¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir, o nos hemos dicho a nosotros mismos, “Cuando yo gano la lotería …”? Creemos que ganar una gran suma de dinero nos sacará de nuestro malestar fiscal, o nos permitirá jubilarnos de una vez por todas, o que nos daría la capacidad de echar la casa por la ventana con “fiestas” o tal vez hasta “ayudar a nuestra familia.”
Pero las historias que relacionan las “consecuencias no deseadas” de ganar el gran premio deberían darnos mucho en qué pensar. Las historias abundan en cuanto a los que no están acostumbrados a manipular hábilmente una grande cantidad de dinero: la malgastan, o la amasan, o simplemente la manejan mal. De repente tienen un montón de “amigos” que salen de quién sabe dónde. No saben en quién confiar. A veces terminan más pobres y solos que si nunca hubieran ganado.
Tomemos un reciente relato del Washington Post* sobre Jane Park, de Edimburgo, Escocia. Ella había ganado la lotería EuroMillones en 2013 a los 17 años. Nunca antes había estado en posesión de tanto dinero y no pertenecía a una familia acomodada. Así que no tenía una mentalidad de prosperidad que la preparara para este dramático cambio en su vida. A los 21 años, ahora con más madurez y una perspectiva más sabia, aprendió la dura lección de que el dinero no traía a su vida toda la felicidad que ella esperaba. Al contrario, ahora decía que el premio había “arruinado su vida”, que su vida estaba ahora “vacía” y “solitaria”, que alberga sospechas sobre los pretendientes que la persiguen románticamente y que ella ni siquiera tenía idea de lo que era su propósito en la vida.
Estos son precios costosos por la riqueza que cayó del cielo en manos de esta joven. Ella estaba considerando demandar a la compañía propietaria de la lotería por negligencia, diciendo que el límite de edad más bajo para la participación debería ser 18, no 16. Pero la compañía dice que simplemente sigue la ley—que ella tendrá que dirigir sus preocupaciones a la legislatura escocesa.
Prestemos atención a esta historia de la joven Jane Park. Sería mucho más beneficioso para nosotros si fuéramos satisfechos con nuestro nivel de vida y buscáramos la felicidad entre nuestras amistades, nuestra familia y dentro de nosotros mismos, o que descubriéramos nuestros poderes creativos y desarrolláramos una empresa que nos sea significativa y que proporcione el dinero y la libertad a la que aspiramos.
Como declaró el renombrado filósofo Kahlil Gibran, nuestra verdadera riqueza es el bien que hacemos en el mundo.
*MSN — She won the lottery at 17. Now she blames Euromillions officials for ‘ruining her life.’
— David Magallanes es un escritor, orador y comerciante por las redes sociales. Usted puede visitar su sitio cibernético, dedicado a la honra y la salud de nuestras hijas, en www.roses4daughters.com. Se puede comunicar con él por e-mail a: dmagallanes@roses4daughters.com.