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By David Magallanes • Guest contributor
My quest never ends. It’s on my mind day and night and it invades my dreams. It’s a quest that gains urgency as the years accumulate and as I—suddenly, it seems—find myself at the doorstep of a more advanced stage of life.
That quest is for inner peace. We have few role models who seek it—and even fewer who ever find it. Inner peace is elusive. All around us, our political landscape is a montage of attacks and counter-attacks and insults and devastating shrewdness. The Twitterstorms and outrages that we witness have the power to enshroud us in a cloud of numb acceptance and serve as perfect examples of how not to conduct our lives. Many celebrities exhibiting self-destructiveness and soul-rending turmoil are paraded in front of us as they reinforce the image of a world gone mad. One morning or afternoon on the freeways and streets of our cities offer indisputable proof of the rage that we as a society carry within ourselves.
Some seek an illusory peace in power and money. Elisa Ducal, a contemporary Spanish writer about whom I could find little information, gives us a phrase concerning inner peace: “La paz no te la dará el dinero, pero ten por seguro que sin dinero no tendrás paz,” which might be translated as, “Money won’t give you peace, but be assured that without money, you will not have peace.”
So there’s life’s bottom line: we won’t attain peace either way—with money or without it. Now what?
Some then seek peace through religion or family. Both are better choices than money in the search for peace, but both are wrought with conflicts and contradictions.
Where, then, do we seek? There is one unlikely and unexpected source of inspiration.
On the moon, there are areas that were incorrectly designated as “seas” and even an “ocean” by the early astronomers, but the romantic names remained even as science evolved and informed us otherwise. There is a Sea of Crises and an Ocean of Storms, but also a Sea of Tranquility and a Sea of Serenity. All of them exist potentially deep within us. It is entirely within our power to choose in which we want to dwell and carry on with our lives.
— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics.
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La Búsqueda Interminable
Por David Magallanes • Columnista invitado
Mi búsqueda nunca termina. Está en mi mente día y noche e invade mis sueños. Es una búsqueda que gana urgencia a medida que se vayan acumulando los años y cuando, de repente, al parecer, me encuentro en el umbral de la puerta de una etapa más avanzada de la vida.
Esa búsqueda es por la paz interior. Tenemos pocos modelos a seguir que la andan buscando—y aún menos que la encuentren. La paz interior es esquiva. A nuestro alrededor, el panorama político es un montaje de ataques y contraataques e insultos y una astucia devastadora. Las tormentas-Twitter y los ultrajes que presenciamos tienen el poder de envolvernos en una nube de aceptación entumecida y servir como ejemplos perfectos de cómo no conducir nuestras vidas. Muchas celebridades que exhiben la autodestrucción y desorden desgarrador se nos presentan de frente mientras refuerzan la imagen de un mundo enloquecido. Una mañana o una tarde sobre las autopistas y calles de nuestras ciudades ofrecen una prueba indiscutible de la furia que nosotros, como una sociedad, llevamos dentro de nosotros mismos.
Algunos buscan una paz ilusoria en poder y dinero. Elisa Ducal, una escritora española contemporánea sobre la que pude encontrar poca información, nos da una frase sobre la paz interior: “La paz no te la dará el dinero, pero ten por seguro que sin dinero no tendrás paz.”
Entonces, ahí está la clave: no lograremos la paz de ninguna manera, con dinero o sin él. ¿Ahora qué?
Algunos buscan la paz a través de la religión o la familia. Ambas son mejores opciones que el dinero en la búsqueda de la paz, pero ambas están forjadas con conflictos y contradicciones.
¿En dónde buscar, entonces? Hay una fuente de inspiración improbable e inesperada.
Sobre la superficie de la luna, hay áreas que incorrectamente fueron designadas como “mares” e incluso un “océano” por los primeros astrónomos, pero los nombres románticos permanecieron incluso mientras la ciencia evolucionaba y nos informaba lo contrario. Hay un Mar de Crisis y un Océano de Tormentas, pero también Mar de Tranquilidad y Mar de Serenidad. Todos ellos existen potencialmente dentro de lo profundo de nosotros mismos. Está totalmente dentro de nuestro poder elegir en cuál queremos morar y seguir viviendo nuestras vidas.
— David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas.
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