By David Magallanes/ Guest contributor
In a recent newspaper article (I still read the paper version daily), an event in our county and elsewhere caught my attention: a “TriMathlon.” I had never seen this clever play on the word “triathlon,” which refers to an arduous athletic event. The stated purpose of this “TriMathlon” was to “foster love of math” (for details: http://www.mathnasiumtrimathlon.com/).
For many people, the words “math” and “love” in the same breath form a comical, if not insidious, oxymoron. Most of us have what I would call a “working relationship” with math. We remember just enough of it to get us through (sometimes barely) our work and personal life, but the vast majority of citizens will not read a book about math, much less study it, nor do we derive any pleasure in learning about it. There are too many frightful and hurtful stories out there about math teachers who were arrogant, who did not encourage us, who didn’t care whether we learned or not, or who humiliated or shamed us, either because they inappropriately cared too much, or because they just weren’t fit to teach the subject.
In fairy tales, unicorns become rainbows, but mathematics becomes poetry when we see, for example, how through a concept known as “the limit,” polygons with sharp corners can transform into circles, which in turn transform into the music of spheres. Mathematics becomes intriguing when we understand how numbers occur in other dimensions—not just one, as most of us were taught.
If children were taught math by people who are in awe of the beauty of mathematical structures and of the power of mathematics to interpret our world and transmute our lives, then we would begin to understand and appreciate the transformative nature of this subject—one of the closest things we have to the source of all creation.
— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics. You may visit his web site, dedicated to honoring daughters and keeping them healthy, at www.roses4daughters.com. You may contact him through e-mail at dmagallanes@roses4daughters.com.
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Un Gran Aprecio por las Matemáticas
Por David Magallanes / Columnista invitado
En un reciente artículo del periódico (aún leo la edición en papel todos los días), me llamó la atención un evento aquí en nuestro y en otros condados: un “TriMathlon”. Jamás había visto este ingenioso juego de palabras refiriéndose a la palabra “triathlon” en inglés (“triatlón” en español), lo cual significa un arduo evento atlético. El propósito declarado para este “TriMathlon” era “fomentar el aprecio por las matemáticas” (para los detalles: http://www.mathnasiumtrimathlon.com/).
Para mucha gente, las palabras “aprecio” y “matemáticas” en el mismo respiro forman un oxímoron cómico, si no insidioso. Tenemos lo que se puede denominar una dolorosa “relación laboral” con las matemáticas. Nos acordamos de apenas lo suficiente para que nos sirva de algo en nuestros trabajos y vidas personales, pero la gran mayoría de los ciudadanos se niegan a leer un libro sobre matemáticas, y menos estudiarlo, y tampoco nos complace aprender algo al respecto. Hay infinidad de cuentos horripilantes y dolorosos tocante a maestros de matemáticas que eran arrogantes, quienes no nos animaron, a quienes no les importaba si aprendiéramos o no, o quienes nos humillaron o nos avergonzaron, o porque les importábamos más de la cuenta, inapropiadamente, o simplemente porque no eran aptos para enseñar el tema.
En los cuentos de hadas, los unicornios se vuelven arcos iris, pero las matemáticas se vuelve poesía cuando miramos a través de un concepto conocido como “el límite” que polígonos de vértices angulosos se transforman en círculos, los cuales a su vez se transforman en la música de las esferas. Las matemáticas se vuelven fascinantes cuando comprendemos cómo los números se encuentran en otras dimensiones—no nada más en una sola, como a la mayoría de nosotros nos enseñaron.
Si nuestros hijos fueran instruidos en las matemáticas por personas que se asombran por la belleza de estructuras matemáticas, y por el poder de las matemáticas para interpretar nuestro mundo y transmutar nuestras vidas, empezarían a comprender y apreciar la naturaleza transformativa de este tema—algo tangible entre lo más cercano a la fuente de toda creación.
-– David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas. Usted puede visitar su sitio cibernético, dedicado a la honra y la salud de nuestras hijas, en www.roses4daughters.com. Se puede comunicar con él por e-mail a: dmagallanes@roses4daughters.com.
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