Bilingual commentary: Somber Days in America

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By David Magallanes • Guest contributor

David Magallanes

On Tuesday last week, a high-ranking, professional African American woman was vulgarly called “that dog.”

This was not uttered by a junior high schoolboy. It was not screamed-out by a hateful Ku Klux Klansman. It was not shouted by a neo-Nazi.

This was tweeted for all the world to see by the President of the United States. Trump was publicly feuding like a twelve-year-old with Omarosa Manigault Newman, who served briefly as the White House liaison with black voters. She had been making disparaging claims regarding Trump’s alleged use of hateful language when referring to blacks—not that that would surprise any of us, even if it were proven to be true.

Certainly, Omarosa’s claimed recordings of meetings with Trump may be deemed illegal. She may be a law-breaker. She may be considered a “traitor.” She might have had a “reputation” in the White House for being a sort of unpredictable “loose cannon.” Even a president as gentlemanly as Abe Lincoln might have reserved some harsh public criticism for her.

But Trump referring to her as “that dog,” shortly after attempting to humiliate the black humanitarian and basketball star LeBron James by calling his intelligence into question, and after calling professional African American football stars “sons of bitches,” and the way he has portrayed American Muslims and Hispanics, we might rightfully start to feel, well, “unsettled.” Trump has tweeted the misogynistic label “dog” before—usually aimed at women—underscoring his feelings about them. Daily, he renews his assaults on just about every category in our population. But his incendiary insults toward African Americans, Hispanics, Muslims and women resonate with the most shameful periods in our history.

After calling for more immigration from Norway, and unambiguously defending the behavior of neo-Nazis and hate groups in Charlottesville last year, we start to see in this dangerous leader a disturbing pattern of hostility toward darker fellow citizens. This only feeds the hateful tendencies in certain sectors of his base that worship this demagogue because they can suddenly channel his contempt for non-whites, even perpetrating vicious acts and using repulsive language in his name.

Once again, we must be vigilant and guard against any dark, renewed tendencies in our society to target those who have suffered in the past, when hatred reigned and hostility and intimidation underwrote our civil contract.

— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics.

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Días Sombríos en América

Por David Magallanes • Columnista invitado

El martes de la semana pasada, una mujer afroamericana profesional de alto rango fue vulgarmente llamada “esa perra”.

Esto no fue pronunciado por un alumno de secundaria. No fue gritado por un odioso tipo del Ku Klux Klan. Tampoco fue declarado por un neonazi.

Esto fue tuiteado para que todo el mundo lo viera por el Presidente de los Estados Unidos. Trump se estaba peleando públicamente como un niño de doce años con Omarosa Manigault Newman, quien sirvió brevemente como enlace de la Casa Blanca con los votantes negros. Ella había estado haciendo afirmaciones despectivas sobre el supuesto uso de lenguaje odioso por parte de Trump cuando él se refería a la gente de raza negra, aunque eso no nos sorprendería, incluso si se demostraba que fuera cierto.

Por cierto, las supuestas grabaciones de las reuniones entre Omarosa y Trump podrían considerarse ilegales. Ella puede ser un infractor de la ley. Ella puede ser considerada una “traidora”. Se dice que ella tenía una “reputación” en la Casa Blanca por ser impredecible. Incluso un presidente tan caballeroso como Abe Lincoln tal vez la hubiera criticado públicamente.

Pero que Trump se refiriera a ella como “esa perra”, poco después de intentar humillar a la estrella de raza negra del baloncesto y el humanitario LeBron James cuestionando su inteligencia, y después de llamar a las estrellas profesionales del fútbol afroamericano “hijos de puta”, y la forma en que ha descrito a los musulmanes e hispanos estadounidenses, podríamos comenzar a sentirnos “incómodos”. Trump ha tuiteado antes la etiqueta misógina “perra”, generalmente dirigida a las mujeres, lo que subraya sus sentimientos para con ellas. Diariamente, renueva sus ataques contra casi todas las categorías de nuestra población. Pero sus insultos incendiarios hacia los afroamericanos, los hispanos, los musulmanes y las mujeres resuenan con los períodos más vergonzosos de nuestra historia.

Después de expresar un deseo para más inmigración desde Noruega y de defender inequívocamente el comportamiento de los neonazis y los grupos de odio en Charlottesville el año pasado, comenzamos a ver en este peligroso líder un inquietante patrón de hostilidad hacia los ciudadanos morenos. Esto solo alimenta las tendencias odiosas en ciertos sectores de su base que adoran a este demagogo porque pueden canalizar repentinamente su desprecio por la gente que no sea anglosajona, incluso perpetrando actos viciosos y usando lenguaje repulsivo en su nombre.

Una vez más, debemos estar atentos y protegernos de cualquier tendencia oscura y renovada en nuestra sociedad para atacar a aquellos que han sufrido en el pasado, cuando reinó el odio a la vez que la hostilidad y la intimidación fueron incrustados en nuestro contrato civil.

— David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas.

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