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By David Magallanes • Guest contributor
The news these past couple of weeks has tested our country in ways that attract deep analysis, punditry, accusations and outright hostility.
So let’s look at something fun that I’ve never seen in any newspaper or magazine article—ever: the “personalities” of signals.
There are lots of types of signals in the world. We have radio signals, chemistry signals, electronic digital and analog signals. But let’s consider the signals we encounter and hopefully obey every day on our journeys throughout the city: traffic signals. The ubiquitous red-light, yellow-light, green-light signals carry out their duties, controlling the flow of traffic with [almost] unfailing regularity and a certain degree of precision, day after day and night after night.
Our street signals operate with a measure of artificial intelligence, guided by computers and sensors under the pavement that sense the flow of vehicles and thereby build a “matrix” of the traffic patterns in the electronic minds of their controllers. Ideally, the result is a network of traffic signals that optimizes the flow of traffic and minimizes the waste of time and fuel. The movements of people and commerce are made efficient.
But have we observed that traffic signals have “personalities”? Some appear to be “forgiving.” They remain “green” even if we arrive at the intersection well after the bulk of cars ahead of us has already gone through.
Some seem to be “impatient,” or even “angry”—maddeningly changing to yellow and red well before many of us have even come close to the junction.
Some are “efficient”—they seem to know exactly when the last car in a series has cleared—or is about to clear—the intersection and turn yellow, then red, at the perfect moment.
Others are seemingly “dense,” not seeming to realize that there is no opposing traffic, so why can’t we get that green arrow and make that left turn since the closest approaching cars seem to be at least a half-mile away? Meanwhile, we sense the drivers behind us becoming irritated because we don’t disobey the red arrow and make that turn so that they can be on their way. Of course, we don’t dare do that in spite of the ease with which we could make that turn—if nothing else, because we fear a ticket and a fine of hundreds of dollars. But it is tempting sometimes.
Just as we learn to deal with people in our homes, offices and organizations who have both pleasant and difficult personalities, so must we come to terms with the wide variety of signal “personalities” out on our streets, and with which we must learn to “get along” and “accept.” After all, like it or not, we have to live with them.
— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics.
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Personalidades de los Semáforos
Por David Magallanes • Columnista invitado
Las noticias de las últimas dos semanas han puesto a prueba a nuestro país de una manera que atrae análisis profundos, perturbaciones, acusaciones y hostilidad absoluta.
Así que echemos un vistazo a algo divertido que yo jamás había visto en ningún periódico o artículo de revista: las “personalidades” de las señales.
Hay muchos tipos de señales en el mundo. Disponemos de señales de radio, señales químicas, señales digitales y analógicas. Pero tomemos en cuenta las señales que encontramos y con suerte obedecemos todos los días en nuestros viajes por la ciudad: señales de tráfico (o sea, los “semáforos”). Las señales ubicuas de luz roja, luz amarilla y luz verde llevan a cabo sus tareas, controlando el flujo del tráfico con una regularidad infalible y una cierta precisión, día tras día y noche tras noche.
Nuestros semáforos funcionan con una medida de inteligencia artificial, guiadas por computadoras y sensores debajo del pavimento que detectan el flujo de vehículos y, por lo tanto, crean una “matriz” de los patrones de tráfico en los cerebros electrónicos de sus controladores. Idealmente, el resultado es una red de señales de tráfico que optimiza el flujo de tráfico y minimiza la pérdida de tiempo y combustible. Los movimientos de personas y comercio se hacen eficientes.
¿Pero hemos observado que las señales de tráfico tienen “personalidades”? Algunas parecen ser “indulgentes”. Siguen siendo “luces verdes” incluso si llegamos a la intersección mucho después de que la mayor parte de los autos que hay por delante ya haya pasado.
Algunas son “impacientes”, cambiando de modo enloquecedor al color amarillo y rojo mucho antes de que muchos de nosotros nos hayamos acercado al cruce.
Algunas son “eficientes”: parecen saber exactamente cuándo ya haya pasado, o está a punto de pasar, el último automóvil de una serie en la intersección y se vuelve amarilla, y luego roja, en el momento perfecto.
Otras parecen ser “tontas”. No parecen darse cuenta de que no hay tráfico en la dirección opuesta, así que, ¿por qué no aparece esa flecha verde para poder girar a la izquierda ya que los autos que se aproximan en ese lado opuesto parecen muy lejanas? Mientras tanto, sentimos que los conductores detrás de nosotros se enfadan porque no estamos desobedeciendo la flecha roja y dando esa vuelta para que puedan seguir su camino. Por supuesto, no nos atrevemos a hacer eso a pesar de la facilidad con la que podríamos hacer esa vuelta debido al temor de recibir una multa de cientos de dólares. Pero no podemos negar que sí a veces es tentador.
Del mismo modo que aprendemos a tratar con personas en nuestros hogares, oficinas y organizaciones que tienen personalidades agradables y difíciles, también debemos aceptar la gran variedad de “personalidades” de los semáforos en nuestras calles, y con las cuales debemos aprender a “llevarnos bien” y “aceptar”. Al fin y al cabo, nos guste o no, tenemos que vivir con ellos.
— David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas.
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