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By David Magallanes / Guest contributor
But within these novelas, there is much more than fights and problems and romances made in heaven. There is something sublime, something that is worth our time to observe and contemplate. After all, it is my firm belief that the novelas are a sort of modern Mexican mythology. Thanks to the Catholic but very destructive Spanish conquerors, the rich and abundant mythology of the Mexican natives was erased almost completely. The fantastic tales about Xochiquetzal, goddess of love and butterflies, and about Huitzilopochtli, god of war, and about a whole host of others, remain only as a vestige in our Latin memories. All of these gods and goddesses and warriors and princes and princesses were created to teach us something important, something that was truly worth learning. And all of a sudden, in the 16th century, they all disappeared like the steam from a cup of coffee. Nonetheless, the mythology of a suppressed culture will come to the surface one way or another. Sometimes it surges forth in a diabolical, twisted manner. Or, as in this case, it appears in the form of Mexican novelas.
One of my favorite authors, Thomas Moore, writes in his book Care of the Soul, “Mythology from around the world vividly explores the fundamental patterns and themes of human life as you find them anywhere on the globe. The imagery may be specific to the cultures in which the mythology arises, but the issues are universal. This is one of the values of mythology — its way of cutting through the personal differences in order to get to the great themes of human experience.”
It’s true. We see as clear as water that the novelas present to us “the patterns and themes” of human life, and specifically Mexican life, with its complex roots divided between our Spanish and indigenous heritages. In these stories that touch our Latin souls, our cosmology is presented to us: how our Latin universe functions.
These gods and goddesses and warriors and princes and princesses have appeared once more, although in a hidden form: within the actors of the novelas presented on Univision and Televisa, the main channels for Spanish programming here in the U.S. We recognize these magnificent actors in elegant ceremonies because we intuit that what they portray is something important for our souls. Once again, the gods and goddesses and warriors and princes and princesses are teaching us important lessons, guiding us through the vicissitudes of life.
And of course, as the entire Latino world already knows, the novelas convince us that love is everything, and that it is indeed worth seeking and maintaining.
— David Magallanes is a writer, speaker and retired professor of mathematics. You may contact him at adelantos@msn.com
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Telenovelas Mexicanas y La Mitología
Por David Magallanes / Columnista invitado
Es posible que mucho de lo que se presente en los canales de la televisión en español apenas vale nuestro tiempo. Y quizás creemos que las telenovelas mexicanas sean buen entretenimiento, pero que serán “solamente para las mujeres” (¡lo cual ni es cierto!), como yo ya había comentado anteriormente. Hay hombres que se sentarían en un sofá para gozar de una novela, pero solo si alguien apuntara una pistola a sus cabezas.
Pero dentro de estas novelas, hay mucho más que pleitos y broncas y romances hechos en el cielo. Hay algo sublime, algo que sí vale la pena observar y sobre el cual podemos reflexionar. Al fin y al cabo, es mi firme creencia que las novelas son una especie de mitología mexicana moderna. Gracias a los conquistadores españoles, católicos pero muy destructivos, la mitología rica y abundante de los indígenas mexicanos fue borrado casi por completo. Los cuentos maravillosos de Xochiquetzal, diosa del amor y de las mariposas, de Huitzilopochtli, dios de la guerra, y de muchos otros casi sin fin, quedan solamente en los vestigios de nuestras memorias latinas. Todos estos dioses y diosas y guerreros y príncipes y princesas fueron creados para enseñarnos algo importante, algo que de verdad valía la pena aprender. Y de repente, en el siglo 16, se esfumaron como el vapor de una taza de café. No obstante, la mitología suprimida de una cultura saldrá a la luz del día de una manera u otra. A veces surge en forma diabólica, o trastornada. O, como en este caso, aparece en forma de telenovelas mexicanas.
Uno de mis autores favoritos, Thomas Moore, escribe en su libro El Cuidado del Alma, “La mitología de todo el mundo explora vívidamente las normas y los temas de la vida humana que se encuentran en cualquier parte del mundo. Es posible que las imágenes sean específicas a las culturas dentro de las cuales la mitología se presenta, pero los asuntos son universales. Esto es uno de los valores de la mitología—su manera de ir al grano de las diferencias personales para así llegar a los grandes temas de la experiencia humana” [mi traducción].
Sí, es cierto. Vemos con la claridad del agua que en las telenovelas se nos presentan “las normas y los temas” de la vida humana, y específicamente la vida mexicana, con sus raíces complejas y divididas entre nuestras herencias españolas e indígenas. En estos cuentos que tocan nuestras almas latinas, se nos presenta nuestra cosmología: cómo nuestro universo latino funciona.
Estos dioses y diosas y guerreros y príncipes y princesas se han vuelto a aparecer, aunque en forma escondida: dentro de los actores de las telenovelas presentadas en Univisión y Televisa, los canales principales de programación en español aquí en los EE. UU. Reconocemos a estos actores destacados en ceremonias elegantes porque intuimos que lo que personifican es algo importante para nuestras almas. Una vez más, los dioses y diosas y guerreros y príncipes y princesas nos están enseñando las lecciones importantes, guiándonos en las vicisitudes de la vida.
Y por supuesto, como todo el mundo latino ya sabe, las novelas nos convencen que el amor lo es todo, y que sí vale la pena buscar y mantenerlo.
— David Magallanes es un escritor, orador y profesor jubilado de matemáticas. Se puede comunicar con él por e-mail a: adelantos@msn.com