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By David Magallanes / Guest contributor
Some of the greatest topic ideas for articles come from ordinary conversations with others in my life.
One of my sisters was telling me about her one-year-old granddaughter, Stella, who smiles when she knows her parents are standing behind her, and then free falls backwards, knowing that they will always catch her and prevent her from hurting herself. This will always work for her—at least, until it no longer does. And as we all know, that day always arrives. It might not be tomorrow or next week, but that upon which we depend with smug comfort will often disappear before we’re prepared to deal with that free fall that isn’t caught.
Those hands that catch us before we hit the ground might be those of a parent or other relative, or the government or a benefactor of one form or another. But as with all things in life, there are no guarantees, and some of the things that we assume will “always be there” may in fact not be when we need them.
Ultimately, is there anything we really can trust and depend on? The question merits extensive study and reflection. The answer may not be as simple as we’d like.
We can depend on others, but only to the extent that they are willing and able to help us. It might seem arrogant to say that we can depend only on ourselves, but to a large extent we must, in so far as we are willing and able. Extremes are to be avoided. Some people refuse to depend on themselves and insist on heaping the responsibility for their lives onto others. On the other hand, we fail to recognize our natural interdependence with each other when we reflexively shun help that is available, or that is offered and freely given to us.
As we course through our lives, and as little Stella will eventually learn, a universe that takes us into account will always support us, even when that source of love upon which we can always depend must let us fall and even hurt ourselves, and thereby allow us to grow in wisdom and clarity.
— David Magallanes is a writer, speaker and network marketer consultant. You may visit his web site, dedicated to honoring daughters and keeping them healthy, at www.roses4daughters.com. You may contact him through e-mail at dmagallanes@roses4daughters.com.
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Cayéndose Libremente Para Atrás
Por David Magallanes / Columnista invitado
Algunos de los mejores temas para mis artículos provienen de las conversaciones ordinarias con otros en mi vida.
Una de mis hermanas me comentó sobre su nieta, Stella, de un añito de edad, quien sonríe cuando ella sabe que sus padres están de pie detrás de ella. Entonces Stella se siente libre para echarse para atrás, cayéndose libremente, sabiendo que sus padres siempre la van a detener e impedir que ella se lastime. Esto siempre funciona para Stella—por lo menos hasta que el día llegue que ya no. Y como todos sabemos, ese día siempre llega, más tarde o más temprano. Puede que no sea mañana o la semana que viene, pero eso en que dependemos con tanta tranquilidad creída muchas veces desaparece antes de que estemos preparados para ocuparnos de esa caída libre que al fin y al cabo no se detiene.
Puede que esas manos que nos detienen antes de caer al suelo sean las de una madre o un padre u otro pariente, o el gobierno, o algún bienhechor. Pero como con todo en la vida, no existen las garantías, y algunas de las cosas que damos por hecho siempre “van a estar allí” posiblemente no estén cuando las necesitamos.
A fin de cuentas, ¿existe algo en qué podemos confiar y depender? La pregunta amerita estudio extensivo y reflexión. Es posible que la respuesta no sea tan sencilla como quisiéramos.
Sí, podemos depender de otros, pero solo hasta en donde estén dispuestos y capaces de ayudarnos. Puede que parezca arrogante decir que podemos depender solamente de nosotros mismos, pero en gran parte eso sí es cierto, hasta en donde estamos dispuestos y capaces de ayudarnos a nosotros mismos. Los extremos se deben evitar. Algunas personas se niegan a depender de sí mismas e insisten en cargar a otros con la responsabilidad para sus propias vidas. Por otra parte, no alcanzamos reconocer nuestra interdependencia natural con los demás cuando instintivamente rechazamos la ayuda que está disponible, o que se nos ofrece y que se nos da libremente.
Mientras realizamos nuestras vidas, y como la pequeña Stella aprenderá algún día, un universo que nos tiene en cuenta siempre nos apoyará, aun cuando esa fuente de amor en la cual siempre podemos depender ha de dejarnos caer y hasta lastimarnos, y de esa manera nos permite crecer en sabiduría y claridad.
— David Magallanes es un escritor, orador y consultor de mercadeo por las redes sociales. Usted puede visitar su sitio cibernético, dedicado a la honra y la salud de nuestras hijas, en www.roses4daughters.com. Se puede comunicar con él por e-mail a: dmagallanes@roses4daughters.com.
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