Bilingual commentary: The Dilemma of the DREAMers

By David Magallanes / Guest contributor

David Magallanes

Recently, the unfortunate residents of south Texas and then south Florida knew that storms were brewing and growing before they struck. Similarly, this country’s DREAMers, who had been afforded protection from deportation and other benefits under the Obama administration, could see the dark clouds gathering the moment that candidate Trump won the election and then initiated his presidency with a nationalistic speech that did not seem to bode well for immigrants. “DREAMers” are part of a group of child-immigrants brought to this country before the age of 16 and who found themselves in this country illegally, though some of them weren’t even aware of their status until they entered the adult world.

Their instincts were right. Early this month, U.S. Attorney General Jeff Sessions announced that DACA, the program that had been shielding DREAMers since 2012, would end in six months. DREAMers were struck by a political hurricane. Their lives were upended and spun into an even deeper state of limbo. President Trump, who has a penchant for political whiplash, counseled the DREAMers that they had “nothing to worry about,” that if Congress doesn’t fix it, he will.

First of all, DREAMers were told by this president last April to “rest easy,” that they did not have to fear deportation. Five months later, this same administration counsels DREAMers a bit differently: prepare to self-deport. In other words, pack your bags. DREAMers, the president lied to you. Second, Congress has accomplished very little lately, and immigration reform appears to be an ever-elusive, Sisyphean task for it. Third, if Trump can “fix it,” why didn’t he just do it? The excuse is that the White House was facing the threat of litigation if it were to maintain DACA. But now that they’ve lit the fuse on the program, they’re facing lawsuits anyway.

Days later, the administration was spinning reality in new ways. It was demonizing this group of virtual Americans by saying that DREAMers are “taking jobs” from blacks and Hispanics. But DREAMers are here to study and work; many are either in college or already degreed and working professionally. Only 2% of DREAMers don’t have high school under their belts. Some 84% of them have at least some college.* While employers clamor for industrious people with education, this country sends such people into the shadows or shoves them over the border. DREAMers, to a large extent, are not contending for low-skill work, where much of the competition among the supposedly negatively affected groups plays out.

We don’t have to keep shooting ourselves in the foot. But we will, again, if we lose this pool of talent, ambition, and the desire of these DREAMers to contribute to this country, in many cases the only one they know.

* The Washington Post — White House claims ‘dreamers’ take jobs away from blacks and Hispanics. Here’s the truth.

 

— David Magallanes is a writer, speaker and professor of mathematics.

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El Dilema de los DREAMers

Por David Magallanes / Columnista invitado

Los desafortunados residentes del sur de Texas y luego del sur de la Florida sabían que las tormentas recientes se estaban gestando y creciendo antes de atestarles un fuerte golpe. De manera similar, los DREAMers de este país, que habían recibido protección contra la deportación y otros beneficios bajo el gobierno del Presidente Obama, pudieron ver la llegada de nubes oscuras el momento en que el candidato Trump ganó la elección y luego inició su presidencia con un discurso nacionalista que no parecía presagiar nada bueno para los inmigrantes. Los “DREAMers” forman parte de un grupo de niños-inmigrantes traídos a este país antes de los 16 años de edad y que se encontraron en este país ilegalmente, aunque algunos de ellos ni siquiera eran conscientes de sus circunstancias legales hasta que entraron al mundo adulto.

Sus instintos eran correctos. A principios de este mes, el Fiscal General de los Estados Unidos Jeff Sessions anunció que DACA, el programa que había estado protegiendo a DREAMers desde 2012, terminaría en seis meses. Los DREAMers fueron abofeteados por un huracán político. Sus vidas fueron sacudidas y echadas a un estado aún más profundo de limbo. El presidente Trump, quien tiende a especializarse en el latigazo político, aconsejó a los DREAMers que no tenían “nada de qué preocuparse”, que si el Congreso no hace los arreglos necesarios, él mismo lo haría.

En primer lugar, DREAMers estuvieron asegurados por este presidente en abril pasado diciéndoles que “descansaran tranquilos”, que no hay necesidad de temer la deportación. Cinco meses más tarde, esta misma administración aconseja a los DREAMers de un modo un poco diferente: que se preparen para “auto-deportarse”. En otras palabras, que hagan sus maletas. DREAMers, el presidente les mintió. En segundo lugar, el Congreso ha logrado muy poco últimamente, y la reforma migratoria parece ser una tarea imposible para él. En tercer lugar, si Trump puede “arreglarlo todo”, ¿por qué no lo hizo de una vez? El pretexto es que la Casa Blanca se enfrentaba a la amenaza de un litigio si decidiera mantener el programa DACA. Pero ahora que hayan encendido la espoleta en contra del programa, están enfrentando demandas legales, de todos modos.

Días después, la administración se encontraba distorsionando la realidad una vez más, de un modo diferente. Estaba demonizando a este grupo de estadounidenses virtuales, diciendo que los DREAMers están “robando los trabajos” de los afroamericanos e hispanos en este país. Pero los DREAMers están aquí para estudiar y trabajar; muchos están en la universidad o ya con su título y trabajando profesionalmente. Sólo el 2% de los DREAMers no terminaron la escuela secundaria. Alrededor del 84% de ellos han estudiado en el colegio.* Mientras los empleadores buscan desesperadamente personas trabajadoras y con educación, este país obliga a tales personas a esconderse en las sombras, o las echa de patitas al otro lado de la frontera. Los DREAMers, en gran medida, no están compitiendo por los trabajos de baja capacitación, donde hay mucha competición entre los grupos supuestamente afectados negativamente por los DREAMers.

No tenemos que andar regando el tepache. Pero lo habremos hecho, una vez más, si perdemos esta reserva de talento, ambición, y el deseo de estos DREAMers para contribuir a este país, en muchos casos el único que conocen.

The Washington Post — White House claims ‘dreamers’ take jobs away from blacks and Hispanics. Here’s the truth.

— David Magallanes es un escritor, orador y profesor de matemáticas.

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